La Alianza BioCuenca (Fondo de Agua de Norte de Santander) presentó el Manifiesto Verde por la Vida, un documento que formaliza el compromiso de múltiples actores de la sociedad, con las acciones para preservar el medioambiente.
“Es claro que la forma en que gestionamos el agua influye en los factores de cambio climático y parece haber un consenso de la comunidad científica, que si no hacemos nada para revertir el calentamiento global, enfrentaremos en los próximos años pandemias más complejas que la COVID-19, un problema y una solución de todos”, señala una de las consignas del manifiesto.
Andrea Yáñez Ariza, gerente de la Alianza BioCuenca, dijo que lo más importante del Manifiesto Verde es ver el propósito de la empresa privada en querer complementar acciones en los ecosistemas.
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Explicó que la entidad ambiental, entre sus lineamientos, tiene el compromiso de trabajar con proyección a 2030, en unas zonas para intervenir 40.000 hectáreas de bosque de montaña, mediante mecanismos financieros y de sostenibilidad como el caso del Árbol de la Esperanza, Mi Catatumbo con los productores de palma, la botella Agua Salva un producto con propósito social y ambiental de la empresa Bavaria, que garantiza por cada botella vendida un metro cuadrado de bosque protegido.
Ligia Chinchilla, gerente de innovación de la Organización La Esperanza, dijo que esta entidad en su línea estratégica de desarrollo sostenible participa de estas iniciativas apoyados en la Alianza BioCuenca de la que son socios fundadores, empezando hace cuatro años con el proyecto Árbol de la Esperanza, que busca sustituir el envío de flores por árboles que son plantados en el bosque alto andino del páramo de Santurbán.
“Lo que se busca es la conservación, rehabilitación, la recuperación y la restauración de estos bosques para poder garantizar el agua de más de dos millones de habitantes de esta región”, precisó Chinchilla.
Agregó que buscan igualmente generar conciencia, propósito que se ha venido logrando en la medida que la gente puede evidenciar que esos recursos son destinados solo para este objetivo, al igual que las personas puede asegurarse mediante las plataformas tecnológicas que se plantó el árbol, que se le hace un mantenimiento y un seguimiento, aumentando así la confianza y la participación de un mayor número de personas.
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Hasta el momento han sido plantados más de 2.000 árboles en el bosque alto andino, particularmente en los municipios de Cácota y Mutiscua, merced a un portafolio de tarjetas de $10.000 que representan la plantación de un árbol pero que no tienen georreferenciación, los bonos Legado de Amor con un costo de $50.000 y que sirven para rendir un homenaje a la vida y a la memoria, con un ingrediente de georreferenciación en el que la persona puede saber dónde se plantó el árbol, en qué predio y ubicación y evidenciar ese seguimiento que se hace hasta los 18 meses de parte de la Alianza BioCuenca.
Ha sido una estrategia conjunta, lo que motivó a que el año pasado se ampliara el portafolio y se crearan los Bosques Memoriales, donde las personas se unen para rendir un homenaje especial mediante bosques que se plantan en esos predios concertados y que ayudan al objetivo de preservación, puntualizó la gerente.