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En Norte de Santander no hay cifra concreta sobre el número de casos de matoneo
Además, en el departamento los Comités locales de convivencia son inoperantes.
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Jennifer Rincón
Sábado, 6 de Mayo de 2017

El matoneo escolar o bullying es un tema que ha venido tomando mayor relevancia en los últimos años,  y que no solo concierne a la comunidad educativa sino también a los padres de familia y a los entes reguladores locales y departamentales.

Lina María Saldarriaga, psicóloga y directora de contenidos e investigaciones de Red PaPaz, explicó que lo primero que se debe tener en cuenta a la hora de atender una situación de este tipo es definir si  es o no matoneo, y para ello hay que tener en claro tres características: que la agresión se repita a lo largo del tiempo, que tenga el propósito de dañar al otro, y que haya un desbalance de poder.

Estas acciones pueden presentarse de diversas formas: agresión física (patadas, puños o golpes, entre otros), agresión relacional (daño sobre las relaciones personales (como inventar chismes o excluir) y agresión verbal.

Saldarriaga explica que en este grupo también entra el Ciberacoso, que es el acoso a través de las redes sociales o la web, el cual puede llegar a ser más dañino que el mismo matoneo escolar porque trasciende de las cuatro paredes del colegio y tiene un mayor alcance.

Los víctimas del ciberacoso son niños excesivamente reservados en el uso de sus celulares, computadores o dispositivos electrónicos móviles, y se ponen nerviosos cuando reciben un mensaje.

La experta explica que no se debe culpar a los niños por la situación que están padeciendo porque se cortan los canales de comunicación.

Frases como “te dije que no te metieras con él” y “eso te pasa por no tratar de encajar”, están mandadas a recoger.

Por el contrario, los padres deben meterse en los zapatos de sus hijos y decirles que saben que tienen miedo pero juntos van a encontrar una solución a este inconveniente. El diálogo es esencial en estos casos.

Saldarriaga recomendó no reaccionar de forma airada sin tener los detalles completos de lo sucedido, ni mucho menos aconsejar al niño que se defienda a través de la violencia.

“Muchas veces nos vamos furiosos al colegio en busca de respuestas y resulta que hay una contraparte que no conocemos”, agregó. “Debemos recopilar las pruebas y los testimonio suficientes antes de llegar a pelear en los colegios”.

Por otro lado, recomendó que los padres del agresor le digan al niño que esas conductas no son aceptadas en su núcleo familiar ni escolar, y hacerle énfasis en que deben  asumir con responsabilidad su error para resarcir el daño que han causado.

Los padres deben comprometerse y colaborar en el colegio para propiciar un cambio positivo en el comportamiento de su hijo con el fin de erradicar el matoneo.

El panorama en Norte de Santander

Aunque desde los años 60 ya se detectaban algunas conductas de matoneo en el país, solo hasta marzo de 2013 se reglamentó la Ley 1620  que creó el Sistema Nacional de Convivencia Escolar.

Esta norma permite que casos como burlas, ataques, golpes, chantajes, presiones, no queden en el anonimato y sean atendidos y castigados. 

Desde la activación de esta ley, el estudiante puede acudir a los comités de convivencia, que se deberán crear en las instituciones educativas, a fin de exponer su caso; allí se impulsarán todos los protocolos para procesar el asunto.

Sin embargo, en Norte de Santander el panorama no es tan claro, según Shirley Espinosa, de la oficina de Inspección, Vigilancia y Control de la Secretaría de Educación Departamental. La problemática más grave en el departamento en este tema es la omisión del deber de cuidado por parte de los padres. A esto se le suma la inoperancia de los comités locales de convivencia.

“Los padres tienen unas obligaciones legales como representantes de los niños, y muchas veces cuando se presenta una situación de este tipo no acuden al llamado de los colegios y así es imposible seguir con la ruta de atención”, explicó Espinosa.

Si los padres hacen caso omiso a los llamados sin ninguna justificación, se debe activar la ruta de atención integral vinculando a las autoridades locales competentes, como Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Comisaría de Familia, la Personería Municipal o la Policía de Infancia y Adolescencia. El colegio le debe oficiar a la Comisaría de Familia para que esta entidad le advierta a los padres sobre los compromisos que deben adquirir.

Espinosa aseguró que otra limitante que ha tenido la Secretaría para conocer el número real de estudiantes acosados es que las instituciones no tienen muy clara el tipo de situación según la Ley 1620.

“Una situación tipo 1 es una situación adversa, una agresión verbal o una lesión que no atenta contra la integridad física o emocional; en la tipo 2, ya hay alguna agresión física y se incluye el ciberacoso; y la tipo 3 son situaciones con características de una conducta punible o tipificada en el código penal”, explicó.

Por esta razón, la Secretaría está asesorando a 350 instituciones en la tipificación de estas situaciones para que las acciones contra el acoso escolar sean más fuertes.

La funcionaria aclaró que muchas veces las instituciones no activan las rutas y los comités locales nunca se enteran de estos casos, siendo inoperantes al no tener un plan de acción definido.

La Secretaría de Educación está resignificando estos comités y ya ha hecho dos sesiones ordinarias y extraordinarias en Gramalote y Durania  para que sean más sólidos y eficaces y cumplan con el rol de blindar a los estudiantes contra una nueva acción de acoso.

Perfil de la víctima

Los niños que son víctimas de matoneo generalmente son aquellos que tienen menos posiblidad de defensa por ser más pequeños, tener menos amigos, entre otros.

Los padres deben estar atentos si el niño llega golpeado o rasguñado a casa, se le pierden frecuentemente libros, cuadernos, lapiceros, no quiere ir a clases, no le gusta hablar de la cotidianidad de su colegio, solo responde con monosílabos a las preguntas relacionadas con su entorno escolar, se muestra ansioso, llora mucho, come poco y su rendimiento académico baja considerablemente.

Perfil del acosador

Muchas veces los padres no quieren reconocer que sus hijos tienen algún tipo de problema de convivencia y pasan por alto que sus comportamientos pueden generarles daños a otros niños.

Generalmente los niños acosadores son agresivos, les gustan las bromas pesadas, tratan mal a otras personas y maltratan a los animales.

Además, carecen de sentido de culpa, no reconocen la autoridad y muestran poco interés por el estudio.

Los victimarios pueden desarrollar posteriormente conductas delictivas y violencia intrafamiliar o de género.

El matoneo en cifras

24% de los niños entre los 11 y 15 años han sufrido de bullying o matoneo, según una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 15 países.

1 de cada 5 estudiantes colombianos ha sido víctima de matoneo en todas su formas, según cifras del Dane.

29% de los estudiantes de quinto grado y el 15% de los de noveno han sido intimidados, de acuerdo con un estudio realizado en 50.000 estudiantes por la Corporación Colombiana de Padres y Madres RedPaPaz.

61% de los estudiantes de noveno grado de Colombia manifestaron haber sido observadores del acoso escolar, el 26 por ciento víctima, y el 19% intimidador, según la Evaluación de Competencias Ciudadanas aplicada durante las Pruebas Saber.

58% por ciento de los estudiantes nortesantandereanos resuelven con violencia sus diferencias, según un estudio de la Red Nortesantandereana Escuela Sin Violencia.

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