Unir los trozos de vida que ha dejado regado el conflicto armado en Colombia no es una tarea fácil.
Según la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, por cada cinco personas hay una víctima del conflicto, así en un país de 50 millones de habitantes se calculan 10 millones de víctimas. Eso da cuenta de la magnitud del trabajo de largo aliento que tienen por delante las unidades de búsqueda dispuestas a lo largo y ancho del territorio.
En lo que corresponde a Norte de Santander, donde se cumplen cinco años desde el inicio de la búsqueda de personas dadas por desaparecidas, el ejercicio de localización y reparación está lejos de terminar.
En medio de un emotivo acto, a propósito del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, la JEP de manera conjunta con la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, celebró un conversatorio para hablar de cómo han sido las labores de búsqueda en el Cementerio Central de Cúcuta, donde se cree que puede haber cientos o miles de cuerpos de víctimas de la guerra.
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Según datos entregados por la UBPD, se estima que en el departamento hay un universo superior a las 4.000 víctimas, aunque formalmente, a la fecha, hay registro de entre 900 y 950 solicitudes de búsqueda, por lo cual se han implementado dos planes regionales de exploración: Cúcuta, su área metropolitana y de frontera; y El Catatumbo.
La exploración en el Cementerio Central de Cúcuta ha sido compleja. En este camposanto, con una extensión de cuatro hectáreas, existen definidos 40 sitios de interés forense, que tienen que ver con los lugares donde han sido localizados las estructuras óseas.
La irregularidad en la disposición y manejo de estos restos llevó a la Unidad de Búsqueda a emplear metodologías que no se habían utilizado en el país, a fin de poder agilizar el trabajo de identificación de los cuerpos, y cotejar con otros elementos asociados para poder verificar si son de competencia o no de la investigación.
Carlos Ariza, antropólogo élite de la UBPD, explicó que lo que han hecho es verificar los cuerpos sin identificar con un equipo multidisciplinario, que se apoya en el expediente de necropsia médico legal que en algún momento realizó el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, “la unidad logra rastrear ese cuerpo y comparar la información del expediente de necropsia con los hallazgos del cadáver para determinar su correspondencia”, dijo.
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Indicó que este ejercicio no puede aplicarse en todos los casos en el Cementerio Central, sino solo en aquellos donde los cadáveres tenían parcial identificación o estaban almacenados de manera individual.
En otros, como los dispuestos en osarios colectivos o “piscinas colectivas”, donde los restos óseos fueron colocados hueso sobre hueso formando –literalmente- “una piscina de huesos en estos lugares”, se requiere una nueva metodología distinta, que se está diseñando e implementando tanto por la Unidad de Búsqueda como por el Grupo de Apoyo Técnico Forense, Gatef.
Toma de muestras biológicas
En la milimétrica tarea de unir pieza a pieza la identidad de las personas desaparecidas consecuencia del conflicto armado, la Unidad de Búsqueda, de la mano con la Jurisdicción Especial para la Paz, implementó la toma de muestras biológicas a familiares como herramienta para el reconocimiento de los cuerpos.
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“Es la única manera de encontrarse unas con otras y es algo importante, que se tenga claro, que no solamente es el ejercicio de investigación sino la identificación a través de las tomas de muestras y el rastreo de nuevas solicitudes que podremos ponerle un nombre a cada uno de esos cadáveres que estamos recuperando”, dijo el antropólogo.
María del Pilar Valencia, magistrada de la JEP, destacó la labor que hacen los grupos de investigación, quienes con su trabajo aportan a la verdad.
“Este es un homenaje a las víctimas, quienes nos llevan a todos los rincones del país. Por su resiliencia, por su lucha, son el centro de todo este movimiento”, dijo Valencia en referencia a las familias buscadoras, que en un 95 por ciento son mujeres, muchas de ellas madres, hermanas, esposas o hijas.
En el Cementerio Central de Cúcuta ya está en curso la octava intervención, con la que se espera seguir avanzando en el trabajo de localización y entrega de víctimas.
Hay que recordar que el proceso de búsqueda se inició en 2019, con la recolección y análisis de información, que permitió caracterizar el cementerio para establecer el número de cadáveres que estarían en él. En 2021, dada la evidencia, la JEP emitió medidas cautelares para proteger los lugares donde se presumía había cuerpos no identificados que podrían corresponder a desaparecidos, y finalmente en 2022 es cuando se inicia la fase de las intervenciones.
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