‘Asina’, como decían los abuelos, era esa forma de hablar, tan coloquial, como ‘empinar el codo’ para apurar un buen guaro, sentarse a ‘rasgarle el buche’ a una guitarra para despacharse una copla o una alegre canción, aunque ‘a baile de gallinas no entran cucarachas’ y a ‘caballo regalado no se le mira el colmillo’, y como dice el dicho ‘al ojo del amo engorda el ganado’, ´camarón que se duerme se lo lleva la corriente’, con la confianza que ‘a quien madruga Dios lo ayuda’, y ‘al que le van a dar le guardan’.
Razón tenían los viejos -haciendo gala de imaginación y creatividad- cuando decían ‘con hambre, no hay pan duro’ y ‘a falta de pan, buenas son tortas’, que ‘cuando el río suena es porque piedras lleva’ y que ‘de noche todos los gatos son pardos’, porque ‘donde manda capitán, no manda marinero’, ‘cada ladrón juzga por su condición’ y ‘cada loco con su tema’, aplicado también para asuntos del corazón en atención a que ‘amor con amor se paga´, ‘amor con hambre no dura’ y ‘amor de lejos, amor de pendejos’, y la máxima aquella que ‘árbol que nace torcido, jamás su tronco endereza’.
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Nuestros campesinos se han entendido a punta de refranes en sus largas jornadas de labranza, en las moliendas y la arriería, porque ‘a buen entendedor pocas palabras bastan’, los que han trascendido la ruralidad, siendo sensato saber que ‘burro amarrado leña segura’ y al final ‘arrieros somos y en el camino andamos’, entendiendo además que ‘la mula que otro amansase algún resabio le queda’ y que como una bendición del cielo el ‘agua por mayo, pan para todo el año’, al igual que en algunas ocasiones ‘sale más caro el collar que el perro’, ‘al mejor cazador se la va la liebre’ y ‘bueno es el cilantro, pero no tanto’, porque ‘del árbol caído todos hacen leña’ y ‘caballo grande, ande o no ande’.
Los refranes son parte entonces de la cultura del pueblo, con gran arraigo en sectores populares, especialmente en el arrabal donde ‘perro no come perro’, el sentido de supervivencia aconseja que ‘en boca cerrada no entra mosca’ y se ‘sabe más por viejo que por diablo’, porque ‘a la hora de la chiquita’ las ‘cuentas claras y el chocolate espeso’.
‘A cuánto te obligues que cuánto no te obligarán´, ‘crea fama y acuéstate a dormir’, ‘cuídate del agua mansa que de la brava me cuido yo’, ‘en todos lados se cuecen habas’, ‘mugre que no mata, engorda’, "de eso tan bueno no dan tanto", ‘le falta pelo pa’ moña’, ‘por lo liso que es el panche’, dejando por acá este refranero, porque si no ‘apaga y vámonos’.
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