El devastador terremoto de 1875 que dejó en ruinas a Cúcuta y cobró la vida de más de 3.000 personas no ha terminado por conmover a las autoridades de la capital nortesantandereana en su deber de blindar la ciudad de un desastre semejante, pese a la alta amenaza que representa estar sobre un territorio cubierto de fallas geológicas.
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Un estudio reciente de la Universidad Francisco de Paula Santander (UFPS), dirigido por el vicerrector de Investigación y Extensión, ingeniero civil Carlos Huberto Flórez Góngora, correspondiente a la tesis de grado del estudiante Bryan Estiven Sereno, denominado ‘Análisis Probabilístico de Amenaza Sísmica de Cúcuta’, determinó que Cúcuta debe aumentar de 0,35g, que es la aceleración horizontal máxima establecida en el Reglamento Colombiano de Construcción Sismo Resistente (NSR10), a 0,40g (porcentaje de aceleración con respecto a la gravedad), debido a que se encontró que las aceleraciones para Cúcuta ya van por encima del valor que establece la norma.
Este hecho, según el citado estudio, requeriría una modificación de la amenaza sísmica para Cúcuta.
Flórez explicó que la aceleración horizontal se refiere al suelo, a la aceleración sísmica en roca.
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Reveló que el impacto que tendrían estas condiciones recaería directamente sobre el costo de las construcciones, dado que eso elevaría la cantidad de concreto y acero, aumento de las secciones de vigas, columnas y planchas, a fin de que esto pueda resistir la energía sísmica que probablemente se puede desprender de algunas de las fuentes sismo génicas que se analizaron, en este caso las fuentes sísmicas cercanas a Cúcuta.
Para los expertos resulta inaudito que las administraciones de Cúcuta de los últimos 20 años no se hayan interesado en adelantar el estudio de microzonificación sísmica de la ciudad, “para determinar sobre qué suelo estamos parados”, dijo Flórez.
Agregó que “Cúcuta lleva 20 años de retraso frente al estudio de microzonificación sísmica”.
Expertos constructores y miembros de Camacol Cúcuta y Nororiente como Juan Francisco Yáñez, coinciden en que la ciudad no cuenta con dicho estudio, pese a que desde hace varios años atrás se lo han solicitado a los alcaldes de turno.
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A juicio del constructor, una causa para que no se haya hecho sería por los costos elevados que demanda.
Yáñez dijo que dicho estudio sería una ventaja porque permitiría conocer las características sísmicas de las diferentes zonas de la ciudad.
Puso de ejemplo que es diferente hacer un edificio en el valle del Cúcuta y junto al río Pamplonita a hacerlo arriba en una montaña de La Libertad.
Aclaró que no tener el estudio no es que no garantice que las cosas no se hagan bien. Las cosas se hacen bien porque como no hay estudio de microzonificación sísmica los constructores se tienen que remitir a la norma sismorresistente que clasifica a Cúcuta como una ciudad con característica de sismicidad alta, “esto quiere decir que aquí los edificios se deben reforzar con más acero y concreto que en otras zonas del país”.
Tal vez la única administración que se ha conmovido un poco sobre la necesidad de blindar la ciudad y de conocer la realidad de los suelos en donde está construida Cúcuta es la actual de Jairo Yáñez.
No obstante, pese a contemplarse ese estudio en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), con carácter casi que de inmediato, aún no se conoce con certeza de dónde van a salir los recursos que se requieren para contratarlo.
El secretario de Riesgos y Desastres de Cúcuta, Huber Plaza, le dijo a La Opinión que su despacho adelanta las gestiones con ONU hábitat para buscar el concurso financiero de esta organización.
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“Esperamos dejar la base metodológica para el desarrollo de la microzonificación sísmica del área urbana y su zona de expansión, incluido los costos asociados a cada uno de los subproyectos con sus respectivos análisis y normatividad asociada.
Esto dejará el camino servido para entrar en la búsqueda de recursos del orden departamental y nacional que permitan la ejecución de la misma, dijo Plaza.
El arquitecto Alberto Acuña Cordero, que ha construido más de 60 edificios en distintos departamentos del país, alertó sobre la ausencia de un estudio de sísmica en una ciudad como Cúcuta.
Recordó que este año Cúcuta y el departamento han sido sacudidos en tres oportunidades, dos de los sismos con epicentro en El Zulia y Villa Caro, que ahondaron la incertidumbre sobre la probabilidad de que se vuelva a repetir un terremoto.
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El estudio de la UFPS trajo a colación que la ciudad Cúcuta se ubica en el nororiente de Colombia, zona en la que se ha identificado en profundidad la confluencia de tres placas tectónicas: Nazca, Sudamericana y Caribeña, creando un entramado tectónico complejo con fallas internas en la cordillera oriental y dando vida al llamado nido sísmico de Bucaramanga (BSN), que condicionan una alta amenaza sísmica para la capital nortesantandereana.
La ciudad también se ve afectada por fallas como Boconó y Uribante Caparo de la cordillera de los Andes en territorio venezolano.
Otro dato que arrojó el estudio es que Cúcuta se encuentra ubicada en una región sísmicamente activa con una tasa de ocurrencia de 50,8 sismos por año.
Otra de las conclusiones del documento de la UFPS señala que se evidencia claramente que se deben realizar más estudios sobre las diferentes fuentes sismogénicas que afectan a la ciudad.
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Aunque los resultados muestran valores altos de aceleración máxima a nivel de roca, no se han considerado los efectos del sitio, por lo que estos valores podrían amplificarse.
Quién controla
Dentro del proceso del construcción y ejecución de las obras amparadas en las licencias que expiden los curadores urbanos, es responsabilidad de los constructores contar con un equipo de profesionales de interventoría y de revisión de los proyectos que se ejecutan, a fin de que den cumplimiento a la norma sismorresistente (NSR10) que establece la ley, de igual manera dentro de las interventorías y supervisiones de dichas construcciones se debe dar estricto cumplimiento a estos lineamientos y verificar, a través de inspecciones, que la obra se ejecute de conformidad con los planos arquitectónicos y estructurales aprobados por la curaduría urbana por competencia, indicó Óscar Granados, subdirector de Control Físico y Ambiental del Departamento Administrativo de Planeación Municipal.
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