Desde hace más de cuatro años, bajo un enfoque diferencial de género, el proyecto Redes de Sororidad, liderado por Coorprodinco y ACNUR, le ha brindado herramientas a mujeres, niñas y jóvenes en la ciudad de Cúcuta y otros sectores del departamento, para reforzar su concentración seguimiento de instrucciones, trabajo en equipo, manejo de emociones, en el aprendizaje de diversas temáticas que competen a la sociedad actualmente.
En sus talleres con niñas y adolescentes, la “arte-terapia” ha sido un factor fundamental para el aprendizaje, pues ha constituido una forma de expresión y sanación para las jóvenes que además obtienen aptitudes artesanales para la vida, fomentando así no solo su conocimiento en temas como la resolución del conflicto, sino también su autonomía económica a futuro.
El empoderamiento ha sido su principal objetivo, como lo menciona Mari Caldera, una de las auxiliares que implementa esta técnica con niñas de los barrios La Fortaleza, Caño Limón y Valles del Rodeo, dos veces cada semana, siendo en total 65 niñas y adolescentes entre los 7 y 17 años.
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“En los talleres ellas pueden drenar cualquier sentimiento, cualquier necesidad que tengan, la drenan por medio del arte, ayudándoles a tener la concentración tanto en la actividad como en el tema que se trata, haciendo que el aprendizaje sea más integral, relajándose y expresando sus sentimientos de estrés, lo que las ayuda a entender mejor la temática que se está abordando”, expresó Caldera con respecto a cómo la participación en estos espacios ha podido transformar la vida de las niñas.
Además, el grupo se ha visto nutrido por la participación de niñas que vienen de procesos migratorios y encuentran en las artesanías una forma de sobrellevar los sentimientos que las atraviesan luego de la movilidad humana, logrando un ambiente de integración en la comunidad y ejemplificando el concepto de sororidad con sus otras compañeras, entendiendo que este consta del apoyo que existe entre mujeres.
Según Juliana Corona, psicóloga de la Universidad de Pamplona, el arte-terapia constituye la práctica terapéutica que a través del ejercicio del arte estimula el desarrollo personal de quienes la aplican dentro de sus procesos didácticos para la retención o liberación de información.
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En la actualidad es importante “comenzar a aplicar pedagogías que beneficien a las niñas y adolescentes no solo para alimentar su conocimiento, sino también la forma en la que lo obtienen y lo gestionan dentro de sus vidas cotidianas, pues es importante que el aprendizaje se haga de forma sana e integra, teniendo en cuenta las emociones para que no se convierta en un ejercicio tedioso y que genere una fatiga que finalmente termina haciendo que sea repudiado”, señaló corona.
De esta forma, la labor que realiza el Proyecto Redes de Sororidad con las madres, niñas y adolescentes, deja a la vista una apuesta para conectar con la creatividad que está sin exploración por parte de la población.
Algunas de las actividades que realizan se componen de pintura, ya sea en lienzos o macetas de cemento, lapiceros decorados, llaveros, bolsas de regalo de manera artesanal, manillas decorativas que llaman la atención de las participantes, y como menciona Corona, las mantienen motivadas tanto a seguir aprendiendo, como a construir su propia autonomía.
Para Mari Caldera, este trabajo ha significado más que una forma de ganarse la vida, pues considera que llevar a cabo estas clases, la motiva a levantarse día a día, a seguir ayudando a la población colombiana, migrante, retornada, refugiada y víctima del conflicto armado, tal y como a ella la ayudaron luego de que al salir de Venezuela, tuviera que solicitar la condición de refugiada, debido a la persecución política que vivía en el vecino país.
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Aunque estaba acostumbrada a trabajar con mujeres mayores, esta experiencia le ha servido para ver el brillo y la gratitud que se siente al transformar las vidas de las próximas maestras, doctoras, periodistas e ingenieras del país, que, al igual que ella, prestarán su servicio en favor del desarrollo de la región.
“Trabajar con ellas me ha enseñado a ver sus necesidades y saber que con las niñas y adolescentes también hay mucho trabajo por hacer. Ya las niñas tienen liderazgo, toma de decisiones, cuando comenzamos eran calladas, eran poco participativas y en un periodo de meses cuando comenzamos esta fase con niñas, la transformación ha sido total y armónica y eso me llena de orgullo, es mi grano de arena”, finalizó Caldera.
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