La que está por terminar, sin duda, ha sido una semana para el olvido para el expresidente y exsenador Álvaro Uribe Vélez. Bastaron solo 48 horas para que fuera derrotado en tres oportunidades consecutivas: la más reciente se dio ante la Corte Suprema, la previa fue en el Concejo de Medellín y luego en la Corte Constitucional.
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A pesar de que en los últimos 20 años Uribe ha estado acostumbrado a ganar en las urnas y en los tribunales, en la antesala de un año electoral –por el que ha manifestado preocupación– enfrentó dos golpes bajos en la “batalla jurídica” que emprendió desde su renuncia al Senado (en agosto de 2020), y otro más en el ámbito político, en el que es considerado su fortín: Medellín.
Estos tres hechos desafortunados para él podrían “cobrarle factura”, pues deja en entredicho su capacidad de influencia –tanto en el ámbito jurídico como en el ámbito político–, y más cuando se avecina la elección de quien reemplazará en la Casa de Nariño a Iván Duque, a quien él impulsó en 2018.
Y es que lo que está en riesgo no es solo su imagen pública, sino también la de su partido, el Centro Democrático. Esa colectividad está enfocada en lo que serán los comicios legislativos y presidenciales de 2022, y al reto que tiene el uribismo de mantenerse en el poder se le suma el del mal momento que enfrenta su máximo líder.
Precisamente, en términos políticos al expresidente no se le ve bien parado al mando de su colectividad, pues además de la división y falta de orden que reconoció que hay entre los precandidatos presidenciales y los congresistas, un grupo de concejales de Medellín demostró que no se hace lo que él diga, como se pensaba.
Ante la división de su partido, el pasado 25 de octubre hizo un llamado al orden y sugirió a los militantes abstenerse de criticar a Duque. “Indicar, constructivamente, faltantes y desacuerdos. Todo orientado a que Colombia tenga desempeño de excelencia en seguridad, emprendimiento privado y cohesión social”, expuso.
Por otro lado, el pasado miércoles aseguró que hizo “inútilmente” un esfuerzo persuasivo y pidió drásticas sanciones contra los concejales Albert Corredor, María Paulina Aguinaga, Nataly Vélez y Lina Marcela García, quienes le llevaron la contraria. “Es mejor quedarse sin concejales que sin principios”, apuntó Uribe. Estos cuatro corporados de Medellín se le “revelaron” en la elección del nuevo presidente del Concejo, por lo que Uribe terminó derrotado y el que se adueñó de esa victoria fue el alcalde Daniel Quintero, a quien critica duramente y hasta enfrenta en escenarios judiciales.
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Sigue imputado
Pero el round más importante que perdió Uribe en cuestión de 48 horas fue en la Corte Constitucional, donde se le negó una tutela que presentó su defensa en el marco del proceso que se adelanta en su contra por presunta manipulación de testigos. La Sala Plena del alto tribunal llevó a cabo una votación –que quedó 4 a 5– y ratificó la imputación de cargos contra el expresidente por los supuestos delitos de soborno y fraude procesal.
Uribe buscaba que se le retirara su calidad de imputado, que está en manos de la Fiscalía después de que renunciara al Senado. La decisión de la Corte Constitucional, entonces, equiparó la indagatoria que le ordenó la Corte Suprema con la imputación que hace la Fiscalía en el sistema penal acusatorio.
Caída en su casa: Medellín
Alejado de los estrados, en el escenario político de la capital antioqueña perdió otra batalla. El expresidente vio frustrada la elección del concejal Simón Molina como nuevo presidente del Concejo de Medellín y los votos que le faltaron fueron los de sus concejales Corredor, Aguinaga, Vélez y García, quienes fueron sancionados. Tras darle la espalda a Uribe, los concejales perdieron su derecho de voz y voto en el partido y como representantes del mismo ante la corporación.
El otro round perdido
El otro golpe significativo que recibió Uribe se dio en otro alto tribunal: la Corte Suprema de Justicia. Allí, Víctor Mosquera, uno de los abogados del expresidente, había denunciado –a nombre de Uribe– al senador Iván Cepeda por presunta obstrucción, alteración y destrucción de material probatorio.
En su respuesta, la Sala de Instrucción de la Corte inadmitió la denuncia, pues concluyó que este accionar del senador Cepeda no era una conducta punible. “No es posible configurar un deber de conservación de las comunicaciones privadas sobre el que pueda estructurarse un tipo penal de destrucción de elemento material probatorio, en el caso en que estas comunicaciones ya no estén disponibles por la acción de quien las tenía en su poder”, advirtió la Corte.
Aunque Uribe aseguró que no tiene planes de volver al Senado el próximo año, su intención de seguir en el poder es evidente y estas tres salidas en falso podrían cobrarle factura en términos políticos, pues continúa con procesos judiciales sin desenredar y su voz dentro de su propio partido estaría perdiendo autoridad al no ser escuchada.
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Los round que perdió
1. Corte Constitucional
Uribe buscaba que se le retirara su calidad de imputado en el proceso, que está en manos de la Fiscalía tras su renuncia al Senado, con lo que la Corte Suprema perdió facultades para investigarlo. La decisión de la Corte Constitucional equiparó la indagatoria que le ordenó la Corte Suprema con la imputación de la Fiscalía en el sistema penal acusatorio.
2. Concejo de Medellín
Al expresidente se le “revelaron” cuatro concejales de su partido, que se negaron a votar por su colega Simón Molina, también del Centro Democrático, quien era su candidato a la presidencia del Concejo de Medellín. Al llevarle la contraria, los cuatro corporados dieron un mensaje de desacato frente a la orden, con lo que se desautorizó lo que dijo Uribe.
3. Corte Suprema de Justicia
El abogado de Uribe sostenía que Cepeda habría eliminado chats y audios de conversaciones que sostuvo con Juan Guillermo Monsalve, testigo estrella en la investigación que se adelanta contra el expresidente por presunto soborno y fraude procesal. No obstante, para la Corte, el senador Cepeda no incurrió en ninguna conducta punible.
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