La presunta relación entre el contrabandista colombiano Diego Marín Buitrago (“Papá Pitufo”) y la jefatura financiera del grupo Hezbolá en Latinoamérica, resurgió de su olvido en las oficinas de seguridad a raíz del escándalo político que suscitó este personaje en el último mes, cuando se supo que trató de infiltrar las arcas de la campaña presidencial de Gustavo Petro.
El personaje clave de esta trama es Ayman Saied Joumaa, quien nació hace 59 años en la ciudad de Al Karoun, Líbano, y desde joven mostró habilidades para el comercio, que le permitieron forjar sociedades y empresas en el exterior. Según el expediente del Departamento del Tesoro de EE.UU., sus activos circulan, además de su país natal, en Benin, Congo, Venezuela, Panamá y Colombia.
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En estas dos últimas naciones forjó un imperio de contrabando a principios del siglo XXI, estableciendo una ruta comercial entre las ciudades de Colón y Maicao (La Guajira).
El Tesoro y la DEA le pusieron la lupa en enero de 2011, incluyéndolo en la lista de la Ofac (Oficina de Control de Activos Extranjeros, por sus siglas en inglés), también llamada Lista Clinton. La sanción administrativa congeló sus transacciones financieras y cuentas bancarias, bajo la acusación de que Joumaa estaba captando dinero de forma ilegal en Latinoamérica, para financiar las operaciones clandestinas del grupo terrorista Hezbolá en Medio Oriente.
La acusación indicaba que, al parecer, participaba en actividades de contrabando y lavado de activos para diversos grupos narcotraficantes, especialmente con el cartel mexicano de “Los Zetas” y la mafia antioqueña “La Oficina”. La DEA estimó que el blanqueo de capitales rondaba los 200 millones de dólares al mes.
Joumaa adquirió la ciudadanía colombiana para extender sus redes en nuestro país. En el bajo mundo empezaron a llamarlo “Junior” o “el Turco” y, según la DEA, los cabecillas del narcotráfico le confiaron cada vez más la administración de sus activos.
Él les cobraba un porcentaje entre 8% y 14% del total del dinero a lavar, y a los cinco días les camuflaba la plata en el torrente financiero legal, valiéndose de una maraña de 19 empresas dedicadas a la hotelería, cambio de divisas, insumos agrícolas y tiendas de artículos importados duty free (textiles, licores, calzado, cigarrillos, aparatos electrónicos, etc). Su mercancía se movía en las zonas de comercio de contrabando de Maicao y el sector El Hueco, en Medellín, las mismas que eran surtidas por la estructura de “Papá Pitufo”.
Era justamente en Colombia donde “Junior” les pagaba el dinero a sus clientes.
Con el tiempo, también se involucró en la exportación de estupefacientes. “Ayman Joumaa está acusado de facilitar los envíos de enormes embarques de cocaína a Estados Unidos y de blanquear las ganancias en todo el mundo”, señaló en ese entonces la directora de la DEA, Michelle Leonhart.
La presunta relación con el contrabandista Diego Marín (“Papá Pitufo”) quedó esbozada en el Proyecto Casandra, una operación internacional en la cual participaron la DEA, MI6 y Europol, para rastrear los fondos de Hezbolá. Allí fueron reseñados los dos como “personas de interés” para las agencias, según fuentes de Inteligencia que hablaron con EL COLOMBIANO.
La Dian y la Policía Fiscal y Aduanera detectaron exportaciones inusuales de ganado desde los puertos de Cartagena y Buenaventura hacia Beirut (Líbano), Egipto e Irak, en los cuales al parecer se camuflaba la cocaína producida por las Farc en despachos coordinados por la gente de Marín.
Aunque hace más de una década se tenía la sospecha, el pálpito solo fue confirmado el 26 de enero de 2023, en el puerto Las Palmas de Gran Canaria (España), donde el buque Orión V, que hacía la ruta entre Cartagena y Beirut con 1.750 cabezas de ganado, fue interceptado con 4,5 toneladas de cocaína en los corrales de las reses.
Aunque tanto “Junior” como “Papá Pitufo” llevan décadas en el negocio, el interés por su presunta conexión revivió recientemente, cuando Marín trató de infiltrar $500 millones de dineros calientes en la campaña presidencial de Gustavo Petro, en 2022.
El hoy presidente asegura que apenas supo de quién se trataba, ordenó la devolución de la plata y luego la persecución internacional de Marín, quien fue arrestado el pasado diciembre en Portugal, usando un pasaporte español.
El rastro de Ayman Saied Joumaa es más difuso. Reapareció en 2019, instaurando una querella contra el Departamento del Tesoro y la Ofac, tratando de recuperar su portafolio financiero.
Desde la clandestinidad envió abogados a la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, en EE.UU., pero el juez desestimó sus alegatos, por lo que sigue en la mira de la justicia. Su testimonio será fundamental para entender los alcances de la red de contrabando de “Papá Pitufo” y sus contactos internacionales, al tiempo que se concreta el pedido de extradición del colombiano a su país.
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