2022 midió el aguante del sector cultural, reveló la dinámica para próximos años, dejó en evidencia gestiones memorables como deficientes en el sector público y los artistas siguieron haciendo brillar nuestro territorio.

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Memorable

La Fiesta del Libro de Cúcuta, organizada por la Biblioteca Julio Pérez Ferrero, fue el mejor evento a mi manera de ver: los invitados, la respuesta del público y su continuidad lo afirman. Otros eventos diversos también se destacaron: el Festival Internacional de Títeres de Ecsora, del Norte Bravos Hijos que ya entrega un legado gracias al equipo de la 5ta con 5ta; el Festival Coral Internacional de Música Sacra en Pamplona fundado hace 20 años por Edwin Carrillo y que todavía deleita públicos.

Memorable el trabajo de la Secretaría de Cultura y Turismo de Cúcuta. El estímulo a creadores artísticos no tiene antecedentes. Por la inversión, alcance y esfuerzos para que todas las expresiones los reciban merecen aplausos. 

Surgimiento 

Un año lleno de voces juveniles, todas las semanas tuvimos noticias de actividades con colectivos emergentes muy comprometidos: el Comité de Artes Literarias, Colectivo Esquema, la Fundación Moiras, por mencionar algunos, evidenciaron una transformación de la cultura local y los nuevos públicos. 

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Resurgió la cultura librera gracias a la librería Posdata, fue referente en 2022 entendiendo bien la nueva dinámica de la ciudad apostando a ser más que una venta de libros. 

Destacado

El Encuentro Binacional de Poetas, fue antesala a la normalización de las relaciones Colombo-venezolanas. Existe un historial binacional de artes hermanadas. La presencia de ministros y poetas en Cúcuta, el Premio Juan Beroes a Javier Bosch, Épica Ediciones presentando libros de autores regionales en eventos nacionales, la convocatoria de los premios Jorge Gaitán Durán y Eduardo Cote Lamus por parte de la Gobernación, el Fondo Bibliográfico para la Paz, el trabajo incansable de Almendrales y Hojarasca, registran un buen año para libros y escritores locales. 

Deficiente

Los desaciertos opacaron la gestión cultural del departamento, sus propias cifras lo señalan: tres secretarios en tres años, metas incomprensiblemente reducidas, indicadores con cero o pobre ejecución según el informe 2022. A un año de terminar la administración de 20 libros proyectados hay publicados 3, de 40 bibliotecas estacionarias existen 5, 3 grupos de vigías de patrimonio de 40. De 33 convenios con municipios para escuelas de formación cultural hay solamente 17. Hubo plata, para un festival Vallenato (no tengo nada en contra) pero no, por ejemplo, para el de música tradicional campesina en Toledo con más de 30 años de existencia; no se vio el apoyo a la versión 13 de la Feria del Libro de Ocaña que incluso sin este contó con la presencia del escritor Daniel Ángel, y podríamos seguir. 

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Fue lamentable que, teniendo Museo el Departamento y dinero para apoyarlo (meta 237 del Plan de Desarrollo), la Gobernación prefirió entregar una placa en la conmemoración de los 100 años del natalicio del maestro Eduardo Ramírez Villamizar. De no ser por la gestión de su Museo en Pamplona, habría sido ignorado. Todo el país, centros culturales y académicos reconocieron de pie sus aportes al arte nacional. 

El augurio es que venga un año donde la cultura en todas sus expresiones cuente con mayor respaldo público y privado, restándole así espacios donde la violencia ha ganado terreno.

Redacción: Isaías Romero P.
@yopoetrix

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