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Murió a los 115 años Carlos Julio Rincón Garzón, el hombre más longevo de Ocaña
Apodado “El Cóndor”, Rincón Garzón vivió más de un siglo, sobrevivió a pandemias y se destacó por su humor, religiosidad y amor por la música y la familia.
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Javier Sarabia Ascanio
Javier Sarabia
Sábado, 27 de Diciembre de 2025

En una singular coincidencia, rodeado de sus seres queridos y el mismo día en que nació, falleció el pasado 24 de diciembre, a los 115 años, Carlos Julio Rincón Garzón, considerado el hombre más longevo del municipio de Ocaña.

Como era tradición, sus familiares se habían reunido en el hogar para rezar la novena y celebrar su cumpleaños entre villancicos. La jornada concluyó entonando el estribillo “pero sigo siendo el rey”, de su ranchera favorita, melodía que alcanzó a balbucear antes de partir, según relató su hijo Héctor Rincón Lozano, quien lo recordó como un hombre alegre y profundamente humano.

La víspera de su fallecimiento recibió la unción de los enfermos por parte del sacerdote Jesús Andrés Sarabia, quien compartió con la familia una reflexión que marcó el momento: “Dios le prestó la vida y se la devolvió el mismo día. Históricamente, muchos santos mueren en la fecha de su nacimiento”.

Su hija Miriam Rincón Lozano evocó que, según le contaba una tía de crianza, Carlos Julio Rincón nació al mediodía del 24 de diciembre de 1910, y a esa misma hora exhaló su último suspiro, acompañado por toda su familia. “Cerró un ciclo lleno de realizaciones y enseñanzas”, expresó.


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Para sus allegados, el secreto de su longevidad estuvo en la fe en Dios, el respeto a los padres, una alimentación sencilla, la ausencia de rencores, el buen humor y el cuidado personal. “Papá fue ejemplar en todos los sentidos: respetuoso de la palabra de Dios, cumplidor de sus deberes, excelente padre, formador de valores y sembrador de esperanza”, destacó su hijo, el ingeniero Santander Rincón.

Murió a los 115 años Carlos Julio Rincón Garzón, el hombre más longevo de Ocaña

 

Una lección de vida

Rincón Garzón aconsejaba buscar la felicidad como camino para lograr la convivencia pacífica entre los pueblos. Haber nacido en diciembre lo convirtió en un eterno portador del espíritu navideño, rodeado de villancicos, tamales, dulces, buñuelos y afecto para propios y extraños.

Católico practicante, liberal declarado, parrandero y amante de la música, llevaba el ritmo “en los tuétanos”. Disfrutaba compartir algunos tragos y bailar con hijas, nietas y bisnietas durante las celebraciones del nacimiento de Jesús y de su propio cumpleaños.

Fue testigo de momentos clave de la historia nacional, entre ellos el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán, a quien admiraba profundamente. Desde entonces participó de manera constante en los procesos electorales, convencido de que el país debía avanzar hacia mejores condiciones para las nuevas generaciones.


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Atribuía su larga vida al buen humor, pues solía decir que “la risa es un remedio infalible”. En sus ratos libres sacaba el tiple para improvisar coplas y versos dedicados a las mujeres hermosas. De pie, en la puerta de su casa, lanzaba piropos jocosos y preguntaba con picardía: “¿Cuál muchacha me prestará atención?”, aunque confesaba temerle a la muerte inesperada.

A los 115 años, muere el hombre más longevo de Ocaña.

 

Nació una leyenda

Apodado “El Cóndor” por sus hijos, nació en la vereda Romeritos, zona rural del municipio de Convención. Se distinguió por su profunda religiosidad y su espíritu festivo. Sobrevivió a dos pandemias —la gripe española y el covid-19— y rezaba cada año la novena navideña pidiendo al Niño Dios que la muerte se demorara para poder seguir disfrutando de su familia.

Cuando alguien tocaba a la puerta, solía pedirle a su hija Miriam que respondiera que no estaba, temeroso de que fuera “la parca” a buscarlo. Incluso después de cumplir 100 años, protagonizó bromas memorables: en una ocasión fingió una convulsión para observar la reacción de sus hijos. “Algunos gritaban, otros lloraban y otros intentaban llevarlo al hospital; entonces soltó una carcajada y nos regañó por el alboroto, diciendo que solo quería saber cómo reaccionaríamos el día de su partida”, relató Miriam, quien lo cuidó con dedicación hasta el final.

A los 115 años, muere el hombre más longevo de Ocaña.

 

Una vida prolífica

Huérfano de madre a los 10 años, inició su recorrido por los campos de la provincia de Ocaña y por fincas ganaderas del sur del Cesar. En 1973 se estableció en Ocaña, donde trabajó como comerciante en la plaza de mercado hasta la década de 1990.

Fue padre de 13 hijos, de los cuales sobreviven nueve, fruto de su relación con su última esposa, Leonor Lozano, fallecida hace 25 años. Dejó además 45 nietos, 50 bisnietos y 15 tataranietos.

A lo largo de su vida conoció diversos medios de transporte: burro, caballo, cable aéreo, ferrocarril, barco, avión, motocicleta y bicicleta. “Solo me faltó una nave espacial”, decía entre risas.

Una de sus grandes pasiones fue la música. Tocaba el tiple y ofrecía serenatas en su juventud. Con maraca en mano o rasgando las cuerdas de su viejo instrumento, improvisaba versos de doble sentido que animaban largas tertulias, especialmente en el barrio La Piñuela.

La Navidad era su época predilecta, cuando evocaba los villancicos que marcaron su existencia. Su partida fue comparada por sus familiares con “un barco portentoso que se hundió con las luces encendidas”.


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Las honras fúnebres se cumplieron el viernes 26 de diciembre, a las 3:00 de la tarde, en la parroquia San Antonio, con posterior traslado al parque cementerio La Esperanza.


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