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La tragedia de Ecuador revive la sombra de los magnicidios a los colombianos
El asesinato de Fernando Villavicencio, no solo le hizo recordar a los colombianos esas épocas violentas.
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Colprensa
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Viernes, 11 de Agosto de 2023

 “Es tiempo de valientes”, decía Fernando Villavicencio en Ecuador como lema antes de ser asesinado. “El pueblo colombiano necesita decisión, coraje, confianza en sí misma”, dijo Luis Carlos Galán en un discurso de campaña en 1982. “Que no maten a la gente”, señaló Álvaro Gómez Hurtado en su tercera campaña presidencial.

Los tres tienen muchas cosas en común. En especial, que no tenían temor de alzar su voz contra poderosos criminales y contra grupos ilegales violentos. Eso terminó costándoles la vida.

Colombia tiene una dolorosa historia de magnicidios: Luis Carlos Galán, Álvaro Gómez Hurtado, Jaime Garzón, Bernardo Jaramillo, Jaime Pardo, entre muchos otros.

Lo ocurrido en las últimas horas en Ecuador con el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, segundo en las encuestas para las elecciones que se realizarán en pocos días, no solo le hizo recordar a los colombianos esas épocas violentas, sino preguntarse, mientras se conocen presuntos planes para atentar contra el fiscal general de la Nación y otros dirigentes políticos, si estamos en riesgo de regresar a ellas.

Para Dayana Fontalvo, especialista en Gobierno y Políticas Públicas y coordinadora de proyectos de Foro Costa Atlántica, en el país “hemos aprendido un poco” de los magnicidios y de su marca en la memoria. La mayor prueba, para ella, es el presidente Gustavo Petro, alguien de izquierda que pudo llegar al poder a pesar de las amenazas que ha tenido contra su vida.


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Sin embargo, “las estigmatizaciones han crecido”, sobre todo en épocas de posacuerdo, en el sentido en que “hemos creado un país bastante polarizado”. Lo que no hemos entendido, señala Fontalvo, es que “bajo los disensos se construyen nuevos imaginarios”.

Además, Fontalvo, que también es columnista en temas de derechos humanos y seguridad ciudadana en Barranquilla, dice que la llegada de Petro a la presidencia, aunque es una cicatrización crucial, no cambió las formas en las que se hace política.

“Hay que ponerle la lupa a fondo al tema del narcotráfico junto a la política”, señaló Fontalvo. Como ejemplo, mencionó el escándalo reciente de Nicolás Petro, hijo de Nicolás Petro. En ese caso, se presume la entrada de dinero de Samuel Santander Lopesierra, un narcotraficante condenado conocido como ‘El Hombre Marlboro’.

Colombia necesita examinar “el uso de armas de manera soterrada” en elecciones, así como la participación del narcotráfico. De lo contrario, el resultado, sobre todo en octubre de este año, será de “elecciones muy violentas”. A largo plazo, eso puede generar “una disyuntiva de quién será nuestro próximo presidente”.

Dayana Fontalvo, además de hablar del episodio de la familia Petro, se extiende al asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, que ocurrió en Colombia, y al magnicidio del presidente haitiano Jovenel Moïse, por el que varios exmilitares colombianos están detenidos. Para la analista, el país tiene un amplio conocimiento en materia de guerra del que necesita recuperarse.


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Carlos Medina Gallego, doctor en Historia, resalta que el historial del país en materia de acabar con candidatos presidenciales es bastante amplio. “Galán, Carlos Pizarro Leongómez, Bernardo Jaramillo, Pardo Leal, Rafael Uribe Uribe, Gaitán; en la historia nuestra hay una gran cantidad de hechos de violencia contra candidatos presidenciales opcionados”, mencionó.

Sin embargo, en la historia reciente, Colombia se ha recuperado. “Nosotros, desde la década de comienzos de los noventa, no hemos tenido nuevamente magnicidios. Se pueden producir algunos tipos de amenazas, pues siempre se corren riesgos en el manejo de las políticas territoriales”, aclaró.

Gallego resalta que se han producido asesinatos a nivel regional, sobre todo en zonas en las que hay presencia de grupos armados ilegales. No obstante, ese tipo de hechos no llega “al alcance de la instancia nacional de candidaturas presidenciales”.


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Lo que ocurre en Ecuador, dice el licenciado en Ciencias Sociales, “es un caso preocupante”, porque demuestra hasta qué punto puede llegar la agitación política en el país vecino. “Este magnicidio ocurre en un momento en que el proceso electoral ecuatoriano viene en un camino de polarización muy grande”, principalmente por el cambio de modelo de país que tenía Rafael Correa.

Tanto Gallego como Fontalvo reconocen que en Colombia hay altos niveles de polarización que puede traducirse en violencia. Sin embargo, esperan que el capítulo de las armas haya quedado cerrado definitivamente.

Un punto indispensable para despejar estos temores es que se aclare por completo la información sobre el supuesto plan para atentar contra el fiscal general, Francisco Barbosa, la senadora María Fernanda Cabal y el excomandante del Ejército general Eduardo Zapateiro, y, por supuesto, que se logré impedir que el ELN, en medio del declarado cese al fuego, considere siquiera atentar contra cualquier dirigente político del país.

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