Al Jorge Balcacer siempre le atrajo el mundo de la moda. Las telas, los colores, las texturas, los cortes, las modelos, daban vueltas en su cabeza mientras terminaba bachillerato en el colegio Sagrado Corazón Bethlemitas de Gramalote.
Y a escondidas, en su casa, buscaba las muñecas de sus primas y las vestía. Recreaba desfiles de alta costura, con telas vaporosas, algunos y otros ceñidos al cuerpo.
Se desvivía por el diseño de modas, mundo que su familia no veía con buenos ojos. Sin embargo, su abuela paterna, Olga María Jaimes Koop, acolitaba ‘sus locuras’ y lo dejaba coger las tijeras, las agujas, los hilos, los retazos de telas y hasta las muñecas de sus primas para que creara diseños.
Así, “de manera inconsciente, desde pequeño, inicié en el mundo de la moda”.