Liliana María Salguero luchó por su vida durante 22 días, después de recibir un disparo con arma traumática directo al rostro y sufrir de dos infartos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario Erasmo Meoz.
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Los últimos momentos de la vida de esta mujer, de 43 años, los pasó inconsciente sobre una cama del centro asistencial, sus familiares visitándola constantemente hasta que a las 7:50 de la mañana del 12 de junio su vida se apagó.
La mujer había quedado en ese estado desde el 21 de mayo tras ser víctima de un ataque a mano armada por un desconocido, que le disparó directamente al rostro, en un acto que, según sus familiares, se trataría de una trágica coincidencia.
El ataque
Ese día a mediodía, tras el almuerzo, Liliana salió de San Gerardo, donde vivía con su familia, entre ellos, la exesposa de su papá, se dirigieron al barrio Pizarro, donde un conocido las había llamado para que recogieran unos alimentos, como regalo.
Las mujeres, oriundas de Armenia, Quindío, recibieron la bolsa de mercado y sobre las 2 de la tarde salieron caminando hacia la avenida 7, la principal que divide este sector, atravesaron ambos carriles y caminaron un par de metros hasta llegar a la calle 17N, sobre el Consulado de Venezuela.
Se resguardaron del inclemente sol bajo la sombra de un árbol, donde ya había un sujeto esperando algo, las mujeres trataron de detener un taxi por un par de minutos para retornar a casa, finalmente uno de estos vehículos se detuvo.
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Las mujeres abrieron la puerta y cuando estaban por ingresar, pasó la tragedia. Un hombre en motocicleta llegó, sin mediar palabra desenfundó dicha arma y disparó, según allegados, el ataque iba dirigido contra el hombre que estaba esperando en el lugar, Liliana tuvo la mala fortuna de estar en el medio.
Fue un solo disparo, que impactó a la mujer en el cachete izquierdo, y le habría rozado el labio inferior al salir, el proyectil siguió su camino e impactó a otra persona, un hombre que de igual forma iba pasando por la zona, le dio en la pierna derecha, sin mayor gravedad.
El sujeto salió corriendo, y según dicen, el atacante se fue tras él, de igual forma, el taxi también se fue, dejando a las mujeres a su merced, mientras la sangre de Liliana empezaba a llenar la tierra. En los alrededores se empezaron a congregar curiosos, quienes, lejos de ayudar, empezaron a grabar la escena.
El desespero se apoderó de la acompañante, quien luchaba por llamar la atención de otro taxi, para poder trasladar de emergencia a Liliana a un centro asistencial, la víctima aún estaba consciente, se tapaba la herida con las manos y del suelo recogió un diente que se le había caído por el ataque.
Finalmente logró parar un vehículo, que las llevó de emergencia al hospital, donde ingresaron a Liliana por urgencias. En tanto, el otro hombre herido fue tratado y estabilizado en un centro asistencial del barrio Comuneros.
El viaje en taxi parecía calmar todo temor para la familia de la mujer, según su exmadrastra, Liliana iba consciente, sin poder hablar por la herida, pero incluso bromeaba con el diente que había perdido en el suceso. Pero la situación daría un giro inesperado.
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Drama en la UCI
La víctima fue internada tras la gran pérdida de sangre que había sufrido, y pasó por el quirófano para tratar las heridas. Todo parecía mejorar, y esa noche el personal médico le habría dicho a su familia que le llevara ropa para la salida.
La mujer que la acompañó en toda la travesía recogió la ropa, pero al volver se encontró con una trágica sorpresa, Liliana había sufrido infarto que la dejó inconsciente y tuvo que ser ingresada a la UCI de urgencia.
Fueron largas semanas de desamparo para su familia, quienes no vieron mejora, hasta que a las 7:50 del pasado jueves, en silencio, Liliana abandonó este mundo definitivamente a causa de otro infarto, esta vez fulminante. “De un momento a otro el doctor me dijo ‘ella ya no tiene signos vitales’, yo la veía normal, pero ya había muerto”, manifestó una allegada.
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Liliana
Por toda Colombia se sufrió el fallecimiento de Liliana, no por su impacto mediático, sino por la presencia en todo el territorio nacional de sus familiares y personas quienes la conocieron y pudieron evidenciar el gran corazón que tenía la mujer.
“Ella fue una gran mujer, siempre muy trabajadora, que no podía ver a nadie pasar por necesidades, porque sin importar que no tuviera mucho, trataba siempre de ayudar a quien fuera”, dijo de una de las integrantes de esta familia, originaria de Armenia, pero que han migrado a diferentes ciudades.
En 2019 Liliana y su núcleo familiar llegaron a Cúcuta para empezar de cero, ella no tenía un trabajo estable, recurría a trabajos informales y temporales como ama de casa o en fábricas textiles, para darle un sustento a su familia.
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