Desde los cerros de la parte alta del asentamiento humano El Talento, los vecinos del sector Nueva Esperanza observaban desconsolados, con lágrimas recorriendo sus mejillas, la tienda en la que fue asesinado Jhon Jairo Quintero Ascanio, conocido como “el de la marca en la cara”, por la cicatriz que tenía en un costado del rostro.

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Nadie entiende el motivo del crimen, pues el hombre era muy querido en la comunidad. Todo apunta a que se trató de una equivocación, ya que el ataque iba dirigido contra otra persona.

Sobre las 4:30 de la tarde del pasado sábado, 20 de septiembre, en plena celebración del Día de Amor y Amistad, Jhon Jairo salió de su vivienda —que con esfuerzo había logrado remodelar y levantar en ladrillo— y cruzó la calle hacia la casa de su hermana, quien vivía muy cerca.

Se detuvo en la puerta del lugar donde también funciona una tienda. Aparentemente iban a salir juntos a celebrar, pero el plan fue abruptamente interrumpido por dos hombres armados que llegaron caminando al sitio.

“Dos pelagatos”, como los describen con rabia algunos habitantes, quienes no lograron reconocerlos, aunque alcanzaron a notar que eran jóvenes, delgados y sin más características que permitieran identificarlos.

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Jhon Jairo estaba recostado en el marco de la puerta, mirando hacia dentro de la tienda. Por su espalda llegaron los atacantes, preguntaron por alguien llamado Luis y la tendera respondió que no estaba. En ese instante, Quintero Ascanio se giró para ver a los jóvenes y se desató la tragedia.

Uno de los criminales desenfundó un arma de fuego y le disparó en el rostro. El hombre cayó dentro de la tienda, mientras la sangre comenzaba a brotar sin control.

En medio del shock, los testigos alcanzaron a ver cómo los responsables huían en direcciones opuestas: uno regresó por donde habían llegado y el otro corrió hacia la parte alta, sin dejar rastro.

La hermana de Jhon Jairo y otros allegados lo sacaron de la tienda, volviendo la escena aún más dramática, pues el suelo del porche pronto se tiñó de rojo. A pesar de la gravedad, todavía estaba con vida. De inmediato lo subieron a un taxi y lo trasladaron a un centro asistencial.

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El recorrido fue agónico, marcado por la pérdida de sangre. La herida comprometió seriamente su vida y, aunque alcanzó a recibir atención médica, murió poco después.

De los responsables no hay pistas, pues no serían del sector, ni tampoco se sabe quién es el tal Luis al que buscaban. Sus familiares insisten en que el homicidio fue un error.

Según contaron, Jhon Jairo era un vecino muy querido en la comunidad, con muchos años en el barrio y reconocido por su amabilidad y disposición para ayudar. Había estado casado, pero llevaba tiempo separado de su pareja, con quien tuvo dos hijas, hoy desconsoladas ante su abrupto final.

Las autoridades no descartan que se trate de otro hecho de delincuencia común que azota estos sectores de la ciudad. En ese mismo asentamiento, hace menos de tres meses, fue asesinado don Carlos, un adulto mayor de unos 70 años, reconocido en el sector La Flor parte alta, quien murió a la medianoche en circunstancias que aún no han sido esclarecidas y sin responsables capturados.

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