Al abogado José Ernesto Jaimes Chía, quien es el presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio La Libertad y de la Asociación de Juntas de la Comuna 3, no le tiembla la voz para decir que no tiene miedo de continuar con su labor en beneficio de su comunidad, a pesar de haber sido amenazado a través de unos panfletos intimidantes.

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El líder comunal, junto con varios miembros de la JAC de La Libertad tuvieron una amarga sorpresa, la noche del miércoles, cuando llegaron al salón comunal para reunirse y encontraron los panfletos amenazantes con imágenes de calaveras y pistolas.

“Un compañero abrió la puerta y caminó hasta donde está la cocina y ahí encontró unas hojas con un escrito intimidante, con las imágenes de una calavera y dos pistolas”, explicó Jaimes.

En la hoja se lee: “Seguimos en pie de lucha y no descansaremos hasta ver una sociedad libre, por eso se le informa a usted José Jaimes Chía y a todos los que usted define como su equipo de trabajo, que a partir de la fecha son declarados objetivo principal. Como le gusta defender los derechos de las personas, nosotros también defendemos los derechos de los trabajadores nocturnos y de la calle. No se responde por sus vidas a partir de este comunicado, sigan haciendo que cierren establecimientos y corriendo a la gente de los parques”.

Investigan el hecho

Al salón comunal, ubicado en la calle 17 con avenida13, frente a la estación de Policía de La Libertad, llegaron integrantes de la Sijín y de inteligencia de la Policía Metropolitana de Cúcuta para iniciar las pesquisas y establecer quiénes estarían detrás de la amenaza contra el líder comunal y su equipo de trabajo.

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Según se conoció, los uniformados revisan los videos de las cámaras de seguridad de la zona para establecer la identidad de la persona que arrojó los panfletos.

Esta no es la primera vez que los líderes comunales de Cúcuta y su área metropolitana son amedrantados por trabajar por sus comunidades, pues en febrero se conoció una situación similar en Villa del Rosario.

En ese momento los líderes comunales recibían llamadas en las que les exigían que renunciaran a sus cargos, generando temor.

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