Las grandes noticias que se presentaban en pequeñas notas que el interdiario El Trabajo presentaba a sus lectores bajo el nombre de “Sueltos” se volvían cada día populares como las que podemos apreciar en los textos siguientes.
Luego de la llegada del primer automóvil traído a la ciudad por el señor Enrique Raffo, el 19 de agosto de 1912, en el que por un módico precio se podía disfrutar de los adelantos que el mundo experimentaba por esos días, la importación de otros similares no se hizo esperar, tal como se aprecia en el siguiente “Suelto”: “(…) en esta semana (era mayo de 1913) se dieron al servicio dos nuevos autos, de propiedad, el uno, de los señores Cayetano Hernández G. y Ramiro Ríos, y el otro del señor Jacinto Hernández.
Nos dicen que muy pronto llegarán tres más, de otra empresa, con los cuales se completarán diez de estos vehículos en la capital del Norte, cifra de consideración si se tiene en cuenta el corto tiempo que ha transcurrido desde la introducción del primero. A juzgar por la demanda de servicio, todavía no son suficientes los que hay y los que vienen, lo cual quiere decir que los explotadores del negocio están efectuando buenas ganancias. Nos alegramos”.
En otro Suelto sobre el mismo tema de los nuevos automóviles se lee el siguiente comentario: “(…) se nos ha informado que varios caballeros pudientes de la localidad tienen organizada una compañía para traer y explotar automóviles en la ciudad y en la carretera a Los Vados. La demora en el pedido de los vehículos, la tarifa del puente San Rafael, cuyo propietario, no obstante haber terminado el privilegio, parece que se empeña a cobrar ciertos derechos que podrían ser excesivos.
Ignoramos la última resolución oficial sobre este delicado affaire, pero sí confiamos en que el gobierno del Departamento y el Municipal sabrán solventar esta difícil situación que compromete muy de veras intereses de consideración e importancia”.
Y como los problemas causados por la introducción a la vida cotidiana de la ciudad, de los nuevos vehículos, no se hicieron esperar, en el siguiente “Suelto” se expresa con claridad lo que comenzó a suceder: “(…) personas de respeto nos informan que la velocidad acostumbrada por los autos que viajan a Los Vados, es en ocasiones excesiva y que los choferes se olvidan de avisar su proximidad en las curvas, como es de rigor hacerlo. Por esta causa pudo haber antes de ayer un accidente, el cual por fortuna evitó el conductor de la máquina. Nos permitimos llamar la atención de los empresarios hacia este justo reclamo, cuya atención no causa perjuicio ninguno al servicio y sí, por el contrario, lo hace simpático”.
Antes de relatar el siguiente “Suelto”, es necesario conocer la situación del teatro a que éste hace referencia. Sabemos de la historia del teatro Guzmán, diseñado y construido por don Domingo Guzmán en 1878, tres años después de la ocurrencia del terremoto que destruyó la ciudad. El teatro en mención, estuvo presente en la vida de los cucuteños con ese nombre hasta que el general José Agustín Berti le propuso a don Domingo, una sociedad que le permitiera realizar notables mejoras y adoptar las novedades que se venían presentando en el sector de la cinematografía. Fue así como a partir del 3 de noviembre de 1913, el teatro le adicionó a su nombre original, el apellido del nuevo socio y recordado hasta su lamentable desaparición como Teatro Guzmán Berti. Pero hay un detalle poco conocido de la historia del teatro mencionado, es lo ocurrido con su nombre, entre el momento en que se decidió efectuar los cambios y la fecha de su reinauguración. Durante ese lapso de tiempo, sin dejar de esconder su nombre original, la publicidad se enfocó hacia la fecha de su reestreno y por esa razón, se promocionaba como el Gran Cine 1913, y en letras más pequeñas: Teatro Guzmán. No es claro cuánto tiempo duró esta situación y sólo podemos asegurar que dejó de mostrarse como tal a partir del 3 de noviembre.
En una de las más recordadas presentaciones se anunciaba a la “artista mimada del público cucuteño, Mlle. María Frement, a quien habían visto en varias cintas anteriores como Los Miserables, el Pequeño Jaime y La Señal de Alarma y que ahora la anunciaban para las de los próximos días como la finísima comedia en tres actos: Corazón de Muñeca.
En otras presentaciones del Gran Cine 1913, anunciaban haber recibido vía correo una nueva remesa de películas algunas de las cuales serán exhibidas en las noches del sábado y domingo. La más anunciada y recomendada por el periódico era El Camino del Perdón, una película, según el anuncio, interesantísima en su argumento y de gran arte y fondo moral, se dijo además que el público entusiasmado frecuentemente interrumpía con unánimes aplausos.
Previo a su reinauguración, el teatro se esmeró en presentar películas de renombre que fueron verdaderas novedades para los aficionados cinéfilos de la ciudad como las cintas La culpa de Bebé y Vacaciones de Polly, a las cuales se aseguraba concurrirían todos los amantes de las impresiones fuertes y de las escenas reales, conmovedoras y bien presentadas.
En este sentido, la competencia se había planteado con su rival cinematográfico, el Teatro Minerva, del cual poco sabemos a excepción que no pudo mantenerse en el mercado después de la entrada en escena de las novedades tecnológicas introducidas por su rival, ahora llamado Teatro Guzmán Berti.
En otro terreno, se comentaba el gran éxito obtenido en la Escuela Normal de Institutores de Cúcuta de los exámenes reglamentarios por parte de sus alumnos quienes se presentaron ante los jurados con seguridad encomiable, seguros en sus respuestas y como fieles exponentes de que el trabajo en sus profesores y superiores ha sido continuo y tesonero durante el año.
Agrega el redactor: “(…) nos complace felicitar a estos y aquellos. También se ha dado principio a la misma tarea en las escuelas de la provincia a fin de determinar antes del 30 de noviembre, para dar lugar a los maestros a preparar su viaje al Liceo Pedagógico que tendrá lugar en los primeros días de diciembre próximo. Este mismo periódico se propone reseñar detalladamente las sesiones de esta importante corporación, de cuyas labores logrará el Ramo de Instrucción Pública, no pocos beneficios”.
Redacción
Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com
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