Un nuevo capítulo, tan polémico como los que describe, se abre en torno al libro Las señoras del narco, de la reconocida periodista mexicana Anabel Hernández. La obra, que desde su publicación en septiembre de 2023 agitó a la opinión pública por revelar vínculos entre narcotraficantes latinoamericanos y figuras del espectáculo, ha vuelto a ser noticia.
Esta vez, no por sus páginas, sino por una resolución judicial que obliga a su editorial a pagar una millonaria compensación por vulnerar el derecho de imagen de una de las personas mencionadas.
La decisión fue tomada por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), que falló a favor de Violeta Vizcarra, quien aparece en el libro vinculada sentimentalmente con Arturo Beltrán Leyva, uno de los capos más temidos del narcotráfico mexicano.
La resolución ordena que Vizcarra reciba el 40% de las ventas netas del libro y una suma superior a 500.000 pesos mexicanos, es decir, más de 100 millones de pesos colombianos. La razón: el uso de su imagen sin autorización, mediante fotografías incluidas en la publicación.
Desde su aparición, Las señoras del narco generó controversia por sus crudos relatos sobre las fiestas, romances, lujos y secretos detrás del poder del narcotráfico. Hernández, periodista de investigación y autora de libros emblemáticos como Los señores del narco, dio un giro de enfoque al explorar la figura de las mujeres vinculadas, por amor, ambición o miedo, al mundo del crimen organizado.
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Figuras del espectáculo, modelos, conductoras de televisión y cantantes fueron mencionadas con nombre propio. Algunas desmintieron su participación en los hechos relatados; otras guardaron silencio, mientras que unas pocas confirmaron parcialmente los vínculos narrados.
Vizcarra, sin embargo, fue más allá. Alegó que su imagen fue utilizada sin consentimiento, y que lo publicado vulneraba su presunción de inocencia, ya que no existía proceso judicial alguno que la implicara formalmente en delitos.
La defensa de la editorial y la línea entre el interés público y la privacidad
Editorial Grijalbo, sello responsable de la publicación, argumentó que el contenido se amparaba en el derecho a la libertad de expresión y el interés público. Alegaron que los vínculos entre narcos y celebridades son hechos de relevancia social, y que la obra no pretendía incriminar, sino narrar realidades documentadas a lo largo de años de investigación.
Sin embargo, el IMPI desestimó esos argumentos y destacó que el derecho a la imagen de Vizcarra fue vulnerado, especialmente al incluir fotografías sin autorización y presentar hechos que podrían dañar su reputación sin que existiera un proceso penal que respaldara las afirmaciones.
Se trata del primer caso en el que una de las personas mencionadas en los libros de Hernández obtiene una sentencia favorable y una compensación económica significativa.
Colombianos en el libro: del “Divo de Juárez” a Escobar
Entre las historias más impactantes del libro figura un episodio que involucra a Pablo Escobar y al icónico cantante Juan Gabriel. Según relata Hernández, el artista habría sido invitado a una fiesta organizada en Guadalajara por “Don Neto” Fonseca, fundador del cartel de Guadalajara, con motivo de la visita de Escobar.
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Durante la velada, un acompañante del capo colombiano, en tono de broma pesada, habría ofrecido un millón de dólares a Juan Gabriel para que besara en la boca a Escobar.
El “Divo de Juárez” aceptó el reto, besó al capo y desencadenó una reacción inmediata: Escobar habría sacado su pistola, molesto por lo ocurrido, y estuvo a punto de dispararle. Solo la intervención de los presentes evitó una tragedia. El cantante, temeroso, abandonó el evento sin terminar su presentación.
Otra historia del libro conecta al narcotráfico colombiano con las guerras internas de los carteles mexicanos. En 2008, Ever Villafañe, un integrante del cartel del Norte del Valle, fue capturado en México. Hernández asegura que la detención fue posible gracias a la colaboración de Jesús Vicente Zambada Niebla, hijo del “Mayo” Zambada y miembro del cartel de Sinaloa.
La autora sostiene que la Policía Federal mexicana operaba como brazo armado del cartel de Sinaloa y que Villafañe fue traicionado por haber tomado partido por los hermanos Beltrán Leyva en la ruptura de ambas organizaciones criminales. Su caída marcó el inicio de una ola de enfrentamientos entre facciones del narco mexicano que sigue vigente hasta hoy.