Formador de actores, director de grupo de teatro, empresario, manáger, presentador de televisión y ahora emprende su carrera como cantante. A El Carmen de Norte de Santander, de donde es oriundo, va todos los años.
Su historia estremece. Y la resume en tres largos párrafos que colgó en su cuenta de Instagram: “En mi niñez y adolescencia me quise suicidar por huérfano, por feo, por pobre, por negro, por flaco, por pueblerino, por amanerado, por artista, por diferente. Todas estas cosas sembradas en mí, yo que vine limpio.De haberlo conseguido, me hubiese perdido de poder decir esto ahora: Hay pandemias que se vienen llevando por dentro, por siglos y han venido matando lentamente, y son viles, como llevar a un niño a pensar así: hacerle sentir miserable, indigno, no merecedor; así me sentí alguna vez. Por fortuna sobreviví, y sobrevivo, ahora mismo al COVID-19, pero recuerden: hay pandemias peores, que te van matando por dentro. A todos y cada uno de nosotros, por igual, se nos dió la posibilidad maravillosa de vivir y a nada, ni nadie le debes dar el poder de pasar por encima de eso. Bajo ninguna circunstancia”.
Ahora Dubán Prado mira la vida distinta, de otro color. Sonríe, habla con propiedad, sin guiones y le saca horas al tiempo para invertirlo en él, en todo lo que huela a felicidad.
Encaja a la perfección en todos los libretos y no como le hicieron creer en las audiciones para el reality Protagonistas de Novela. Esa exclusión, por su color de piel, ahora, no existe, ni en su mente, lo considera más bien un plus.
Tampoco se ha encasillado en personajes y siente la fortuna de variar mucho los perfiles y cree que van de extremo a extremo.
Reconoce que su inclinación actoral nació en el Instituto Ricardo Pardo Farelo de El Carmen, municipio de la provincia de Ocaña. Estaba presente en los eventos culturales, en la danza, en la banda, en la tuna, en el grupo de lectura. De cierta manera fueron fundamentales “para la decisión de sentir que habían herramientas para dedicarme al oficio de la actuación”.
Al llegar a Bogotá, después de más de 14 horas de viaje por carretera, y ser rechazado en el reality, decidió estudiar administración de empresas, becado, pero al tercer semestre se sinceró consigo mismo. No se sentía feliz y le apostó al arte.
Ese año, 2010, empezó su formación en la escuela de la actriz María Emilia Kamper y durante cinco años “vendía hamburguesas en la calle, trabajaba en parques recreacionales y dictaba clases de zumba y folclor para reunir el dinero que necesitaba”, recordó en una entrevista que dio también para un portal. Y paradojicamente, en 2012, lo contrataron como pesentador de la sección infantil del Canal Capital: Franja Metro. Ahí duró tres años, pero saltó, en el 2014, a su primera telenovela, de corte internacional, para Telemundo de Estados Unidos: ‘La fiesta del chivo’ y de ahí en adelante llovieron propuestas para ‘Los tres caínes’ y ‘Azúcar’.
Encarnó a Máikel, en la serie ‘El comandante’ de TNT, pero que también se transmitió por RCN en Colombia.
Después trabajó para la película de Netflix: ‘Pitckpokets, maestros del robo’ como Doggy, un ladrón de billeteras y Daniel en ‘Siempre bruja’ que tuvo dos temporadas. También ‘Sitiados’ de Fox Primium , ‘Narcos 2’, y en El Bronx de Caracol TV interpretó a San Andrés, uno de los indigentes que ayudó a desarrollar la historia de Gustavo Bolívar y que dirigió Mateo Stivel.
El año pasado participó en una novela que aún no se estrena para Caracol Televisión por pandemia. Y hace énfasis en que “un proyecto soñado está en ‘stand by’ para una plataforma de streaming internacional. Lo retomaré en enero del 2021”.
Dubán Prado ha hecho también teatro, porque considera que “es la base de nuestro oficio, es la matriz de nuestra profesión. He hecho cantidades de obras con la academia”. Y fuera de la academia dirige al grupo ‘Subversivo teatro’. Para el 18 de octubre tiene programada una función por YouTube. “Estamos felices para esa posibilidad virtual porque nos encontramos en la fase de venta de la boletería y nos han comprado desde Canadá, Estados Unidos, Puerto Rico, España y Colombia. Va a ser maravilloso poder llevar ‘Una confusión muy mula’ que es el nombre de la obra a escenarios internacionales”.
Y como todos ha tenido tiempo para la reflexión en este distanciamiento social. “Pienso mucho en la calidad del tiempo antes de la pandemia; en las veces en que se nos olvida pensar en nosotros mismos, en encontrarnos, voltear la mirada, quiénes somos, hacia el amor que le estamos dando a nuestro cuerpo, a nuestra humanidad, a nuestro ser. Reflexiono a cerca de lo bendecido que somos en tantos aspectos y también lo frágiles que somos como humanidad. Guardo la esperanza profunda de que haya una corrección espiritual y de conducta en el ser humano después de esta pandemia, que lo lleve a valorar las cosas simples de la vida y las que muchas veces damos por sentadas, como el hecho de tener salud, de tener un techo, de tener alimentación”.
Durante el confinamiento ha hecho muchas cosas apuntando hacia su oficio. Aprender a tocar piano, a seguir practicando con su ukelele que “es un instrumento que estoy conociendo progresivamente”.Es profesor virtual, en la escuela de formación donde se graduó. “Esto ha significado un trabajo de investigación para enriquecer la formación desde lo teórico y he estado leyendo muchos libros de actuación, muchas técnicas, estoy enamorado de muchos maestros que he descubierto que proponen una manera de abordar el oficio del actor desde la técnica”.
Ha podio cocinar en las últimas semanas aunque no le divierta tanto, sino como obligación.
“Me he regalado tiempo para mí. He estado haciendo ejercicios, cuidando en lo que como, meditando, buscando mucho de Dios, para lo que viene, para mi carrera. Ahora pienso que mi color de piel no es un problema, es un plus”.