Wuhan, la ciudad china que le mostró al mundo lo que nos depararía el coronavirus apareció en publicaciones mostrándose relajada y dejando atrás el miedo frente a este enemigo que la tuvo sometida a un draconiano confinamiento durante 76 días, siendo el primero de su naturaleza en el planeta.

Exactamente tres años después de la aparición de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) le acaba de notificar a la humanidad que no es hora todavía de bajar la guardia y mantuvo el nivel máximo de alerta. 

Esto significa que subsiste la declaración de la enfermedad en el nivel de urgencia de salud pública internacional, vigente desde el 30 de enero de 2020.

Según las cifras que maneja la OMS, y desde su irrupción a finales de 2019, la COVID-19 ha provocado oficialmente 6’804.491 de muertes en el mundo, hasta el pasado 27 de enero.

Luego si persiste la preocupación entre los especialistas por el comportamiento que el virus sigue registrando, es evidente que las autoridades nacionales, locales y regionales de salud tienen que ajustar sus planes y revisar las acciones para contener, prevenir y frenar los contagios.

El anuncio de la entidad internacional se produce en instantes que la infección ha tocado ya a 752 millones de personas.

“No subestimen este virus, nos ha sorprendido y seguirá sorprendiéndonos y seguirá matando, a menos que hagamos más para proporcionar medios de salud a quienes los necesitan y para luchar contra la desinformación a escala mundial”, es el mensaje de advertencia lanzado por el director general de la OMS, Tedros Adhanom.

Y esto nos llega a Cúcuta cuando las clases en colegios y escuelas se han reanudado y en donde por cuestiones de no haber alcanzado el 40 por ciento de dosis de refuerzo aplicadas de la vacuna contra el coronavirus, es indispensable que en los recintos cerrados se mantenga el uso del tapabocas como medida de bioseguridad preventiva.

En la ciudad, en los últimos meses se ha registrado un crecimiento de las enfermedades respiratorias, de los casos de neumonías y de resfríos comunes, que muestran los riesgos evidentes para que el virus ataque, si no se tienen los respectivos cuidados.

Debemos tener entonces presente que la pandemia no se ha ido y que por tal motivo ni los padres de familia ni los profesionales de diferentes disciplinas ni los medios pueden hablar de la pandemia en tiempo pasado, cuando es un hecho que sigue siendo un factor del presente que en las últimas ocho semanas ha cobrado la vida de 170.000 personas.

Hay otro asunto que debe llamarnos a la reflexión y es que la Organización Mundial de la Salud considera lamentable que muy pocas personas se vacunen contra el virus, ya sea por falta de biológicos o por desconfianza, pese a que varios estudios demuestran sus efectos positivos.

La OMS añadió que la respuesta a la COVID-19 sigue obstaculizada en demasiados países debido a que no cuentan con los recursos necesarios para las vacunas, la terapia y el diagnóstico.

A partir de ello, el organismo advirtió su preocupación ante la continua evolución del virus en el contexto de la circulación incontrolada del SARS-CoV-2 y la disminución sustancial en la notificación de los datos relacionados con la morbilidad, mortalidad, hospitalización y secuenciación de la COVID-19.

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