No es cualquier hospital y tampoco está en cualquier ciudad, jugando por su posición geográfica un papel protagónico  en la atención a la población venezolana migrante: es el Erasmo Meoz que presta sus servicios en Cúcuta, no solo a los cucuteños, sino a muchos pacientes del área metropolitana.

Todo eso que ha ocurrido en las últimas semanas con protestas, plantones y advertencias sobre el estallido de la crisis financiera y el deterioro en la prestación de los servicios, trae a la memoria lo ocurrido en la pandemia cuando a los a los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud se les llamaba ‘héroes’.

Qué contradicción que todos unos ‘héroes’, como se les catalogaba, reciban ahora un tratamiento de desigualdad en relación con las funciones que ejercen en el cuidado y atención  de los miles de pacientes que acuden al centro asistencial cucuteño.

Tener que salir las enfermeras, por ejemplo, a marchar en reclamo de sus salarios y demás prestaciones sociales, con carteles como el que dice: “nuestros hijos merecen tener una Navidad feliz. Sueldo, prima y bono ya”,  es indicativo de que la crisis es de grandes proporciones y que sus implicaciones no se pueden llegar a minimizar, tratando de desvirtuar lo ocurrido.

Y como se si se tratara de un paciente con una grave enfermedad que todos los días empeora su estado, es extremadamente delicado que de un momento a otro el hospital de la capital nortesantandereana se pueda llegar a quedar sin especialistas, como es la notificación planteada, precisamente por la precaria y delicada situación económica de la institución.

Resulta que a estos profesionales de la medicina no les pagan por sus  servicios desde mayo del presente año, siendo una de las razones que esgrimen para no volver a firmar contrato hasta que el Meoz se ponga al día y porque consideraron de “mal gusto” que las directivas afirmen que a ellos no les pagan porque ganan dinero en otras instituciones de salud en las que trabajan.

Nada de eso está bien, porque ahí se está cocinando es un problema de impredecibles consecuencias para miles de usuarios, pues numerosas cirugías quedaron en espera porque no hay los insumos requeridos para estos procedimientos quirúrgicos, mientras que la atención por urgencias también registra inconvenientes y se limita a casos vitales.

La gente no entiende cómo se han dejado acumular deudas endientes hasta por $70.000 millones por concepto de medicamentos, en el hospital Erasmo Meoz, desde hace por lo menos seis meses.

¿El Ministerio de Salud qué está haciendo? ¿La Superintendencia de Salud qué ha hecho? ¿El Ministerio de Hacienda por qué no gira los dineros adeudados? Son algunas de las preguntas que en principio surgen sobre este asunto, así como el de los millonarios recursos pendientes para ponerse al día desde el punto de vista laboral con miles de empleados.

Una  auditoría al Erasmo Meoz no caería mal para que se precise ante la ciudad cómo se han venido manejando los dineros y también para tener presente cómo está esa deuda pendiente del Estado con el centro hospitalario por la atención a los migrantes y que se dé a conocer la manera en que serán ejecutados esos recursos para que la claridad  dé luces y permita el saneamiento total. 

Además, ya que estamos en pleno análisis y proceso de aprobación de la reforma a la salud, cuestiones estructurales como las que hoy afectan al hospital deberían ser tomadas en cuenta para subsanar los factores que las ocasionan.