Si el resultado ante Argentina no es favorable —algo que el presente futbolístico sugiere—, Colombia deberá jugarse la vida en su casa, frente a Bolivia, en el primer partido de la doble jornada de septiembre. Ahí no habrá margen de error. El Metropolitano tendrá que ser una caldera, el equipo deberá reencontrarse con su fútbol y, sobre todo, con su carácter.
Porque el cierre será en Caracas, ante una Venezuela que llega con el cuchillo entre los dientes. Los ‘patriotas’ han acortado distancias en la tabla y hoy se encuentran a solo tres puntos de Colombia. Si la Tricolor tropieza en los dos próximos partidos y Venezuela suma de a tres, el sexto lugar —el último boleto directo al Mundial— podría cambiar de dueño. En el peor de los escenarios, Colombia podría incluso quedarse sin repechaje.
La clasificación está ahí, a una victoria. Pero también está la amenaza de perderlo todo. Esta Selección, que en algún momento se ilusionó venciendo a potencias mundiales, hoy camina sobre la cornisa, sin margen de confianza ni espacio para el error. El equipo necesita reencontrarse con su esencia, recuperar la rebeldía y recordar que los Mundiales no se ganan con cuentas, sino con fútbol, actitud y coraje.
El martes, en el Monumental, comenzará a escribirse el desenlace. Y Colombia, con la calculadora en una mano y el corazón en la otra, sabrá si está lista para dar el paso definitivo... o si seguirá dejando su destino en manos ajenas.
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