El fotógrafo colombiano que más ha retratado las memorias del conflicto armado en Colombia llegará a la Fiesta del Libro de Cúcuta (fliC) para presentar su colección: ‘El Testigo: Memorias del Conflicto Armado Colombiano en el Lente y la Voz de Jesús Abad Colorado. Conversaciones con María Belén Sáez de Ibarra’.
Un proyecto editorial integrado por fotos y textos que conforman la exposición que lleva el mismo nombre del libro, realizada en el Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de Colombia y cuya curaduría construye las constelaciones sobre las que están estructurados los cuatro libros de la colección: Tierra callada, No hay tinieblas que la luz no venza, Y aun así me levantaré y Pongo mis manos en las tuyas.
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El objetivo con esta obra ha sido entregar una memoria desde la voz de quienes directamente han padecido el conflicto en Colombia en los últimos treinta años, como un aporte a una pluralidad de visiones que conformen una historia para la paz y la reconciliación.
La Opinión tuvo la oportunidad de conversar con Jesús Abad Colorado, previo a la presentación de su libro que será mañana a las 7:00 de la noche en la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, para conocer cómo fue el proceso de convertir la exposición en una colección de libros.
¿Cómo se construyó el libro ‘El testigo’?
Bueno, armar el proyecto del libro ‘El testigo’ con la dirección y curaduría de María Belén Sáez de Ibarra que está en la ciudad de Bogotá desde el año 2018 fue un trabajo muy arduo de equipo, un testimonio muy valioso para la memoria del país.
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Los libros fueron montados de acuerdo a las salas de la exposición, porque cada sala tiene una temática y entonces así corresponde cada libro.
Para mí ya son 31 años de trabajo ininterrumpido en el periodismo y montar la exposición y estar en todo el proceso de edición de esa colección de libros que son cerca de 1.500 páginas ha sido importante, porque es una buena parte de lo que ha sido mi trabajo documental en Colombia de cara a las víctimas, caminando el país para dar cuenta no sólo del horror y el dolor que han vivido millones de personas en Colombia, sino también para hablar de la resistencia, de la dignidad, de cómo nuestro país y en las zonas apartadas, la gente es capaz de volverse a levantar, a pesar de los atropellos que se han vivido durante décadas.
¿Qué podremos encontrar en cada libro?
El primero se llama ‘Tierra callada’ y se hace alusión sobre todo a la naturaleza como testigo del horror y de la violencia que vivió la misma naturaleza. Habla también de los animales en medio de la guerra utilizados por los actores armados o los animales huyendo en las manos de campesinos y campesinas que, digamos, he visto huir.
El segundo libro es ‘No hay tinieblas que la luz no venza’ y es dedicado especialmente a esa búsqueda que especialmente las mujeres llevan por muchos lugares de Colombia, no sólo buscando a los desaparecidos, sino también reclamando justicia por el asesinato de sus esposos, de sus padres, de sus hijos o hijas.
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El tercer libro ‘Y aun así me levantaré’, digamos que tiene una narrativa de varias regiones de Colombia y presenta algunos casos en especie de crónica de lo que ha sucedido, por ejemplo hay muchas fotografías de lo que sucedió en Bojayá.
Y el cuarto libro que se llama ‘Pongo mis manos en las tuyas’ está especialmente dedicado a la resistencia y en mostrar cómo nuestros campesinos y campesinas, nuestros indígenas y pueblos afro, sobreviven en el marco de estos territorios y de estas violencias.
¿Qué representa ‘El Testigo’ para Colombia, especialmente para Norte de Santander, una región que también ha sido golpeada por el conflicto armado?
Los libros tienen una forma de mirarnos en un espejo roto, o sea, los libros tienen más de 700 imágenes, sí, están las crónicas o las historias detrás de las fotografías.
Me preguntas por Norte de Santander y recuerdo que en el año 2011 fui a la zona de Juan Frío, para hacer unos testimonios de los hornos crematorios que tenían los grupos paramilitares y había un árbol como a unos 50 metros de uno de los hornos, en donde amarraron muchas veces a los campesinos o a las personas que ellos iban a ejecutar y ese árbol estaba lleno de heridas y cicatrices, así como la vida de muchas personas.
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En este trabajo como periodista, yo siempre le he apostado a la paz y en todo este trabajo, lo que menos hay son actores armados, o sea, los libros son un homenaje especialmente a las víctimas, a los ausentes y a quienes resisten. Los libros son la exposición del testigo, es una exposición con alas que lleva muchas más fotografías y las historias detrás de cada hecho y los contextos.
Usted dice que siempre le ha apostado a la paz, ¿cree que esta paz se pueda lograr con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) mediante el proceso que adelantan con el actual gobierno?
Yo conozco lo que es la guerra y las secuelas que quedan entre la población y apostarle a un proceso de paz, independientemente de si es con grupos paramilitares, con grupos guerrilleros o con bandas, yo sé que es un reto difícil, pero comprendo que en medio de toda la situación que vive nuestro país, apostarle a la construcción de la paz es la mejor herencia que podemos dejarle a la siguiente generación.
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