Nacido en el campo, con la laboriosa cultura del trabajo duro, arduo y sin tregua, Omar Ortiz, actor, profesor y amigo, resalta su relación con el arte como una convicción pura, que lo hace despertar todos los días con una sonrisa de satisfacción, al saber que aún sin tener una casa lujosa, ama la felicidad que reparte en cada ocasión que tiene, con un escenario, un rol, y una historia por contar.
Desde el corregimiento de Bellavista, sus vestigios de alegría eran vividos en las juergas con amigos y compañeros, su vida, llena de complicaciones y necesidades, nunca fueron muy grandes o temibles para Omar, quien estoicamente supo adecuar su mente y disciplina para llegar a vivir del arte, algo difícil en la época, según escuchaba, pero para el maestro, no era imposible.
A la corta edad de 8 años, trabajaba como vigilante en un hotel de Ocaña. Atento, en silencio y alerta, fue allí donde se hospedaron varios maestros de arte para un festival, uno de ellos vio algo especial en aquel chico distraído, y durante semanas estuvo insistiéndole para que le diera una oportunidad al arte. Omar Ortiz aturdido por tan ferviente solicitud, aceptó, y luego de 40 años, sigue enamorado de su profesión.
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“Ante el miedo uno cede, en ese entonces se respiraba otra cultura, los niños eran más libres, teníamos la seguridad de ser tratados como iguales, hoy en día se sobreprotege tanto a los niños que afectan su desarrollo al estar adultos. Me considero afortunado por la crianza que me dieron mis padres quienes al oír mi decisión de hacer arte, no afectó el trato en ninguna forma”, comentó el profesor Ortiz.
La máscara nace de una obra que se llama ‘El Duende de Cúcuta’.
Academia de Bellas Artes
Gran parte del óptimo desarrollo de su aprendizaje, fue en la academia de Bellas Artes de Ocaña, aquellas imponentes estructuras, siguen haciendo parte de sus memorias, en las que destaca su constancia y esfuerzo, porque de 50 personas que se inscribieron con él, solo 4 terminaron graduándose.
“Fue una de las mejores épocas. El salón de Bellas Artes era impresionante, muy grande y con distintas organizaciones arquitectónicas de acuerdo con las necesidades de cada disciplina: buena acústica para los salones de música, una impecable luz solar para los salones de pintura, un escenario isabelino con capacidad para 700 personas para teatro, entre otras particularidades”, recordó el maestro.
Con el paso de los años, ha incursionado en la actuación, los títeres, payasos, magia, danzas, manualidades, mimos y la pedagogía.
Sus estrategias de enseñanza van dinamizándose con el tiempo, y la relación con sus estudiantes, asertiva. Tiene el don de ser un igual, de conectar con sus alumnos desde el primer momento como un amigo que, debido a la experiencia quiere conciliar un conocimiento necesario para los jóvenes.
“Hay profesores que no saben enseñar, se ve mucho que son excelentes en su materia, pero a la hora de explicar, la gran mayoría de sus alumnos pierden porque no le entendieron nada, uno como educador debe ayudar a sus estudiantes, no tiene que ser un maestro, sino un guía amistoso”, manifestó Ortiz.
Trabajó en 1993 en el Instituto de Bellas Artes de Cúcuta, un espacio mágico que recuerda con nostalgia, porque fue allí donde logró participar en festivales nacionales e internacionales.
En el devenir de la profesión artística resalta la labor del Ministerio de Cultura por sus proyectos a los artistas, pero en situaciones lo consterna con preocupación lo infravalorado que sigue siendo el ser actor en Colombia.
En la actualidad el maestro da clases virtuales a jóvenes para enseñarles matemáticas con magia, como alternativa pedagógica que alienta la curiosidad de los niños a aprender y divertirse, dos sinónimos que acorde con el artista, no tienen una buena relación en las instituciones educativas.
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“Incursioné en la magia hace unos 5 años, uno de mis amigos experto en el tema, me animó a practicar, y al ver la respuesta de los niños y el interés que tenían en mi próximo truco, lo implementé con la enseñanza”, dijo el artista.
En simultáneo a sus procesos pedagógicos, interpreta tres o más veces por semana, obras de teatro en complicidad con otros actores que conoce gracias a su extensa trayectoria, por su vida artística, ha conocido todos los departamentos de Colombia, gran parte de las provincias de Venezuela, algunas de Ecuador y una de Brasil.
Ahora se encuentra en el proceso de la construcción de su propio teatro, e impartir desde allí, todo lo aprendido en las ciencias del arte y su actuación.
Ha sido condecorado por la Alcaldía de Cúcuta y la Gobernación de Norte de Santander por su trayectoria artística.
Grandes Ídolos
En sus memorias no puede faltar, la influencia constante que le ha generado al maestro, Charles Chaplin, el ícono del cine mudo quien con su arte quiso alertar a la sociedad de los vicios de políticos errados en la época, así como divertir por generaciones con un humor sencillo, pero infalible.
Su casa tiene una pared en su honor, con cuadros de sus películas y retratos pintados que le han regalado antiguos alumnos.
“Es un grande, el rey del lenguaje no verbal, su vida fue dedicada al arte consciente, y por esa razón fue perseguido en algún momento. Una persona que en todas las dimensiones de su vida, es digno de admirar”, concluyó Omar Ortiz.
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