Las tesis del ex presidente Ernesto Samper Pizano, para pensar en un futuro progresista para América Latina, fueron condensadas en el libro Grito Latinoamericano, publicado por la editorial Planeta. Este título, en el que también se analiza el impacto que han tenido las movilizaciones sociales, es presentado en la Fiesta del Libro de Cúcuta, hoy desde las 7 de la noche en la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero.
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En su libro se piensa un probable futuro progresista para América Latina ¿Cuál es ese para Colombia en el ámbito político?
Está estrechamente relacionado el político con el económico y el social. Nuestro futuro depende fundamentalmente de la forma en como logremos estructurar la salida de la pandemia y si esa pospandemia se enmarca en la reconstrucción del tejido social, en la reactivación de la economía y en reconfigurar la democracia que quedó golpeada por el debilitamiento del Estado, se puede avizorar un futuro político mejor.
¿Cuál de los ensayos que aparecen en el libro lo identifican?
Quizá dos. El primero es una propuesta alternativa en la lucha contra las drogas que contiene elementos fundamentales para revisar la política prohibicionista sin caer en la legalización, que es como pasarse a extremos sin tener un punto cierto.
Es una revisión que consiste en darle una política más generosa a los eslabones débiles de la cadena y concentrar los esfuerzos en los fuertes, como la criminalización de los grandes carteles. El segundo es la propuesta de que América Latina pase de un esquema de gobernabilidad presidencialista a uno parlamentario.
¿Cuál es la tesis que debe desarrollarse para pensar en una agenda progresista para Colombia?
Hay que desarrollar en Colombia un modelo solidario de desarrollo, el que tenemos y teníamos antes de la pandemia, demostró que no producía crecimiento ni igualdad, necesitamos uno que reduzca las asimetrías que nos caracterizan como sociedad injusta y tiene que ver con ver con cerrar brechas de género, de campo-ciudad, étnicas, salariales y sociales. Tenemos la tarea de reducir la desigualdad, no solamente para los 7 millones de personas que se empobrecieron con la pandemia, sino para avanzar en la reducción de estas grietas que existen en la sociedad.
Los jóvenes son cada vez más activos y su voz pide oportunidades, como ocurrió en Chile ¿Cómo analiza este papel activo de las nuevas generaciones?
El punto de coincidencia de las manifestaciones en Chile, Perú, Bolivia, Argentina, México y Colombia, es el reconocimiento que piden los jóvenes, que se les escuché y esto no es una aspiración retórica. El mensaje es que quieren seguridad, y no solo en las calles, sino en materia de empleo, educación, futuro pensional, ese era su grito y al cual aludo en el libro. Estos reclamos son válidos, en los últimos más de 22 millones de latinoamericanos de clase media se empobrecieron con la pandemia y esto requiere de atención inmediata.
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¿Cómo insertar en ese modelo progresista el desarrollo equilibrado con el ambiente, se cumplen los objetivos definidos por la ONU?
En Colombia no estamos haciendo esfuerzos en materia de lucha contra la deforestación, hemos improvisado en el manejo de los Parques Nacionales, donde están apareciendo cultivos ilícitos. Hemos fracasado en ese sentido, pero quizá lo que más duele en cuanto a la política ambiental del actual Gobierno, es la forma como ha abandonado los compromisos del acuerdo de Escazú, que es el que protege a los líderes ambientales. Así les duela a algunas empresas que no quieren control ambiental, el Gobierno debe presentar el proyecto al Congreso y ser adoptado.
¿Con qué expectativa llega a Cúcuta, una región fronteriza olvidada por el Estado?
Debo hacer énfasis en que el manejo de las relaciones con Venezuela ha sido equivocado. No nos damos el lujo de tener miles de kilómetros de distancia, por el contrario, tenemos una frontera común en la que habitan más de 1.5 millones de personas. Podemos pasar años encontrando a los culpables de la ruptura, pero lo esencial es estudiar y buscar el restablecimiento de las relaciones, darle espacio a que las fronteras resuciten, bajo un modelo de seguridad bilateral.
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