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Cúcuta
Mujeres buscadoras en Norte de Santander: una ‘herencia’ entre el dolor y la esperanza
Asomub es la promesa cumplida de una hija a su madre, de seguir la búsqueda de su hermano desaparecido.
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María José
María José Salcedo
Sábado, 8 de Marzo de 2025

La incertidumbre, tristeza y desolación marcaron los últimos 11 años en la vida de María Gisela Cruz Ortíz, quien murió el 25 de marzo de 2024 esperando el regreso de su hijo, Yonni Edilberto Rodríguez Cruz, cuyo rastro se perdió en El Tarra, el 1 de diciembre de 2013.

Yonni era el tercero de cuatro hijos, la adoración de María Gisela por ser el único varón y el que vivió con ella hasta mayo de 2013 cuando, seducido por una oferta de trabajo en una finca en El Tarra, se marchó para nunca más volver.

La noticia de su desaparición fue el punto de partida de una búsqueda inagotable  para María Gisela, quien se convirtió en una más de las miles de mujeres que buscaban a sus familiares víctimas de desaparición forzada consecuencia del conflicto armado en Colombia.  

“Hasta el último día ella decía que no se podía ir de este mundo hasta no ver regresar a su hijo. Siempre lo esperó”, dice Yadira Rodríguez, la segunda de sus hijas y quien la acompañaba en las diligencias de búsqueda de su hermano.

Cuenta que todos los días su madre lloraba en silencio la ausencia de Yonni, aunque por fuera se mostraba como una mujer con temple y aplomo, que a pesar de las dificultades, no da causas perdidas.


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Y es que en medio del mar de desapariciones que inundó -o inunda- a Colombia, María Gisela siempre trató de mantenerse a flote, a pesar de las embestidas de las aguas bravías que significaban cada portazo en las instancias judiciales, cada respuesta displicente de las autoridades ante la angustiante necesidad de conseguir respuestas sobre su ser querido.

En medio de esa tormenta en altamar, la salud y estado de ánimo de María Gisela se fueron debilitando poco a poco, hasta el punto de que la caída de una silla mecedora a finales de 2023 fue suficiente para quebrar no solo su cadera, sino también sus ganas de seguir en este mundo, lidiando con la ausencia de su hijo, con una espera eterna y un futuro incierto.

La promesa de un legado

Los últimos días de María Gisela fueron en la cama de un hospital, donde Yadira se mantuvo siempre al pie, con la esperanza de que su mamá pudiera levantarse para continuar juntas la búsqueda de su hermano.

Pero ya no tenía fuerzas. “Mamita, déjeme ir, usted no me deja ir. Yo me quiero ir ya de este mundo, ya estoy cansada”, recuerda Yadira entre lágrimas las últimas palabras de María Gisela.

Luego de una conversación con sus hermanas y de aceptar la voluntad de su madre, Yadira decidió dejarla ir.

“Mamita, con todo el dolor del alma se la entregó a Dios. Vaya. Descanse. Se tiene que ir de este mundo. Yo le prometo que voy a seguir buscando a Yonni hasta encontrarlo”, expresó Yadira. Con esa promesa de por medio y la imagen de sus dos nietos -los hijos de Yonni- María Gisela partió sobre las tres de la tarde del lunes 25 de marzo de 2024.


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Mujeres buscadoras en Norte de Santander.
 
Asomub, una realidad

Actualmente, cuando está por cumplirse el primer aniversario de su muerte, Yadira asegura estar cumpliendo la palabra empeñada a su madre, pues pasó de ser la escudera a líder en la búsqueda de su hermano, pero también una guía para otras mujeres que buscan a seres queridos, desaparecidos dentro del marco del conflicto armado.  

Y es que en junio de 2024, cerca de tres meses de la muerte de su madre, Yadira decidió darle forma a una idea que venía contemplando hacía tiempo: la creación de una organización que pudiera cobijar a otras familias buscadoras, orientarlas en ese proceso, que pocos saben cómo empezar.

Así nació la Asociación de Mujeres Buscadoras (Asomub), una de las muchas organizaciones de familias víctimas de desaparición forzosa que existen en Cúcuta, y que al mismo tiempo con el apoyo de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.

“Este nombre se sacó en honor de todas nuestras madres, padres, que no les alcanzó la vida para seguir en la búsqueda”, dice Yadira, al tiempo que precisa que actualmente,  la Asomub está integrada por 34 mujeres de Colombia y Venezuela, que buscan a sus familiares a ambos lados de la frontera.


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Yadira explica que a través de Asomub no solo ayudan en la orientación de las familias buscadoras, sino que además se organizan para participar en actividades de contención emocional, “porque no es fácil buscar a un ser querido desaparecido y tampoco enterrar a un familiar que se murió sin saber qué pasó con su pariente”, dice.

“Ni la muerte nos detiene”

De acuerdo con la Unidad de Búsqueda, en Colombia existe un universo de 124.734 personas desaparecidas en el contexto del conflicto armado, sobre las cuales hay más de 40.000 personas buscadoras, que en su mayoría son mujeres.

Una de las razones de este fenómeno es porque en su mayoría las víctimas de desaparición forzada son hombres, hijos y esposos borrados del mapa cuando procuraban un mejor porvenir para sus familias; pero también porque “las mujeres tenemos ese sentido de no abandonar la lucha”, dice Yadira.

Aunque reconoce y valora la labor buscadora de muchos hombres en Cúcuta y Norte de Santander, destaca que “como mujeres y madres -muchas- buscamos una parte de nuestro ser y cómo es posible no poder ni enterrarlo porque me lo desaparecieron”, dice.

Así y a propósito de celebrarse hoy el Día Internacional de la Mujer, Yadira destaca el instinto femenino y aparte el talante de las cucuteñas, como un factor diferencial en la innegociable labor de búsqueda de un familiar perdido.
 
“Eso es lo que nos hace más berracas y no deja que le tengamos miedo ni a la muerte”, expresó Yadira.

Al día de hoy, de acuerdo con el registro de la Unidad de Búsqueda, en Norte de Santander existen 5.206 personas víctimas de desaparición forzada, cuya búsqueda es liderada principalmente por mujeres según la misma entidad.


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