Los recuerdos de *Álvaro Gómez de su vida en el campo, rodeado de su familia, animales y siembra de plátano y papa se quedaron en el olvido. El accionar del Eln tocó a su familia y le arrebató a su abuela, cuando apenas era un niño.
Las ilusiones y la tradición familiar para dedicar la vida en las labores del campo se acabaron. Gómez y su familia tuvieron que salir de inmediato de un pueblo ubicado en el Cauca, por cuenta de las constantes amenazas, luego de perder a su ser querido y convertirse en desplazados de la violencia.
El Eln, al parecer, asesinó a la mujer, por simples sospechas de ser colaboradora del Ejército, pues la víctima nunca se negaba a darle un plato de comida a quien se lo pidiera, y precisamente, su espíritu servicial la terminó asociando con la Fuerza Pública.
“La guerrilla fue a la casa y le dijo que se tenía que ir del pueblo o, en su defecto, que debía dar a uno de los 12 hijos para la guerra, por lo que mi abuela se opuso y dijo que eso lo hacía sobre su cadáver. Así fue. Un día la citaron a la plaza del pueblo y la mataron”, recordó el nieto.
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Gómez salió de su casa inicialmente hacia Cali, con uno de sus tíos, pero la violencia y la delincuencia continuaba asechándolos, por lo que después decidieron emigrar a Venezuela, donde su familiar empezó a trabajar con su taller de latonería y pintura de carros.
La vida en Cúcuta
Sin embargo, la compleja situación social y económica del país vecino hizo que Álvaro decidiera radicarse en Cúcuta, donde vive desde hace seis años. En la capital de Norte de Santander conoció a su esposa con la que tuvo dos hijos y ahora mantiene las ilusiones de salir adelante.
Es estudiante de Diseño Gráfico en el Sena, y continúa con el propósito de ayudar en el negocio familiar con su tío.
“El Gobierno siempre nos ha ayudado. Ahora estoy estudiando y aplico mis conocimientos para brindar el servicio de personalización de los carros, entonces así trabajo de la mano con mi tío”, dijo Gómez.
Seis de los hijos de la víctima del Eln recibieron una vivienda que les dio el Gobierno colombiano y recientemente, Álvaro Gómez fue uno de los beneficiaros de las 240 víctimas de la violencia y del conflicto armado que la Unidad de Víctimas indemnizó en Cúcuta y Ocaña.
“Seguimos avanzando en el fortalecimiento de nuestra misionalidad, resarciendo los daños causados por el conflicto armado a hombres y mujeres que hoy buscan la reconstrucción de sus proyectos de vida, con los recursos recibidos por indemnización, con la implementación de iniciativas de negocio, proyectos de vivienda y educativos”, dijo Johanna Gélvez Ascanio, directora de la Unidad de Víctimas en Norte de Santander y Arauca.
Gómez aseguró que con el dinero que recibió compró un computador, una tablet gráfica y otros elementos necesarios para continuar con sus estudios y, además, destinó un dinero para abrir su negocio cuando se gradúe como diseñador gráfico.
“He recibido mucho apoyo del Gobierno, al igual que mi familia. A pesar de haber sufrido la violencia, siempre decidimos salir adelante, trabajar y estudiar. El acompañamiento de la Unidad de Víctimas ha sido muy importante”, insistió Gómez.
La jornada de indemnización se desarrolló durante dos días, y tuvo la participación del Sena, Supersalud y la Gobernación de Norte de Santander, en la que presentaron los planes y programas a los que pueden acceder las víctimas del conflicto armado, como formación en carreras técnicas, tecnológicas, operarios y formación complementaria, servicio de asesoría de emprendimiento en alianzas con ONG para fortalecer las unidades productivas de esta población.
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