Son las 2 de la tarde, el sol arde sobre Cúcuta y el calor sofoca. El termómetro marca 38 grados centígrados. La gente camina afanosamente por el parque 300 Años como tratando de huir de esos inclementes rayos; mientras, justo en el andén de enfrente, a unos metros de la esquina de la calle 9 con avenida Primera, debajo de un árbol cobijados por una enorme sombra, se encuentran dos mujeres y un hombre.
Una de ellas pareciera estar desmayada sobre los brazos de la otra, mientras que el hombre sostiene con su mano derecha una jeringa, con la que le inyecta algo en la pierna izquierda a la mujer.
Más que una escena de primeros auxilios, es una realidad que se observa cada vez con más frecuencia en la ciudad y que prueba el drama en que se ha convertido el consumo de heroína, una práctica que viene en aumento y que tiene a Cúcuta como la cuarta capital en consumo del país.
El estudio más reciente sobre este tema es del Observatorio de Drogas del Ministerio de Justicia (ODC). Según los datos que presenta con fecha de 2015, en Cúcuta hay 2.006 adictos a esta droga letal. Teniendo en cuenta la población de las cuatro ciudades que lideran el listado de consumo (Medellín, Cali, Pereira y Cúcuta) mientras en Medellín hay 150 adictos por cada 100 mil habitantes, en Cúcuta hay 310.
Sin embargo, de acuerdo a autoridades judiciales, expertos y directores de fundaciones que atienen drogadictos, esta cifra no muestra la realidad sobre el consumo de heroína en la ciudad y aseguran que el fenómeno se está desbordando, presentando un aumento sustancial de consumidores y expendedores en esta parte del país.
Efrén Martínez, doctor en Sicología y uno de los expertos en adicciones más reconocidos del país, asegura que en los últimos años el consumo en la región, especialmente en Cúcuta y Pamplona ha venido aumentando de una manera desbordante.
“En nuestro centro de tratamiento de adicciones en Bogotá no solíamos tener tantas solicitudes de ayuda de parte de familias cucuteñas que tienen hijos con problemas de heroína, como ha venido sucediendo, lo que indica que algo muy grave está pasando en la sociedad. Es un fenómeno que está afectando a todos los estratos” afirma.
El estudio del Observatorio de Drogas es claro en asegurar que ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Pereira, Armenia, Cúcuta y el municipio de Santander de Quilichao han visto una expansión lenta pero constante del fenómeno en sus calles.
En lo que se refiere a Cúcuta, los resultados señalan una situación crítica y compleja alrededor del consumo de heroína por vía inyectada que afecta a los habitantes de Cúcuta, con alto impacto en la salud por su relación con infecciones transmitidas por sangre como VIH y Hepatitis B y C. Según el documento, el 82,5% de los consumidores de la ciudad dijo inyectarse entre 5 y 9 veces al día, cifra seguida de Pereira en la que el 33,3% reportó la misma frecuencia en los últimos seis meses.
En la capital nortesantandereana, la sobredosis, al igual que otros indicadores, mostró una clara tendencia al aumento, al presentarse mayores reportes de muertes conocidas por este motivo, siendo la inyección la vía más común. El 55% de los consumidores están entre los 18 y los 24 años y de acuerdo al análisis realizado, en la ciudad el uso de drogas por vía inyectada afecta en mayor medida a personas con mayores niveles de escolaridad.
El hospital mental Rudesindo Soto también maneja unas estadísticas en atención a consumidores de sustancias sicoactivas que dejan entrever el aumento en las consultas por consumo. Marta Ludy Morales, subgerente de servicios de salud de este centro asistencial siquiátrico, sostuvo que en 2016 atendieron 93 personas adictas a la heroína, mientras que en lo corrido de este año llevan 114, “pero muy pocos se quedan a continuar con el tratamiento de metadona, por ahora solo tenemos 48 pacientes, el resto siguió consumiendo esa droga”, señaló.
Las mismas autoridades locales admiten que en diez años, si el consumo de droga se sigue incrementando como va hasta ahora, los índices romperán cualquier estadística. “Eso sería catastrófico, pero es una realidad a la que vamos a llegar, si los gobiernos local, departamental y nacional, no le ponen atención a esto”, sostuvo una fuente policial que pidió reserva de su identidad.