El trabajo comienza casi a la media noche, cuando carpas y mesas son descargadas de los camiones que las transportan. Un grupo no muy grande de hombres trabaja para llegar a tiempo a las 6 de la mañana, hora en la que los andamios improvisados se visten de mostradores abarrotados de frutas, verduras y carnes en el mercado más tradicional de la ciudad.
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La Asociación de Mercados Libres de Cúcuta (AML), fue fundada en 1957 por un nutrido grupo de comerciantes de la ciudad, quienes tenían la visión de llegar a los distintos barrios con productos del campo nortesantandereano. Seis décadas después cerca de 200 familias se benefician directa o indirectamente de esta labor.
Gracias a sus más de 64 años de actividad ininterrumpida, el mercado libre de Cúcuta goza de reconocimiento y apoyo en distintos sectores de la capital nortesantandereana, destacándose siempre por la amabilidad de su gente y la calidad en sus productos.
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Marcelo Guerrero, actual representante de esta asociación, es enfático en resaltar la labor social y económica que se cumple, ya que no solo sus asociados se benefician de este sistema, pues al rotar por distintos sectores, cualquier persona puede acercarse a ofrecer sus productos en un ambiente propicio para su comercialización.
“Tenemos una tradición de muchos años que se ha ganado el cariño y el apoyo de la comunidad en general, el día del mercado el barrio funciona de manera diferente, el punto genera una activación económica en todo el sector y eso ayuda a mucha gente” agrega Guerrero.
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Desde San Rafael a San Luis, pasando por Claret, San Miguel, Alfonso López, Cundinamarca y San José, los cucuteños esperan pacientemente cada semana la llegada del mercado libre a su barrio, pues además de ahorrar saben que de este modelo económico han vivido a través de los años familias enteras.
Crecer rodeada de ventas, verduras y frutas ha sido lo mejor que le ha podido pasar a Nancy Omaira Vera, ella lleva cerca de 22 años trabajando y vendiendo verduras, gracias a este oficio logró sacar adelante a su familia, por esto para ella representa una parte importante de su vida.
“Significa mucho, me ha dado el valor para trabajar, acá las personas me quieren mucho porque uno les colabora bastante, por eso invito a que vengan y nos compren, porque aquí siempre los atendemos de buena manera y los precios son buenos” dice Nancy mientras termina la venta del día.
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No tener una sede fija ha sido uno de los grandes baluartes del mercado libre, pues al rotar diariamente por distintos barrios se generan escenarios distintos en los que la comunidad puede abastecerse y el comerciante puede vender la totalidad de su producido.
Hoy por hoy la asociación de Mercados Libres de Cúcuta es un ejemplo, pues a pesar de verse afectada por la pandemia, ha sabido salir a flote incluso en los momentos más difíciles, “Hemos tenido que migrar nuestro sistema a las plataformas de domicilios y a los diferentes medios tecnológicos, pero gracias a esto pudimos unirnos y hoy tenemos a un 90% de nuestros asociados con la primera dosis de la vacuna contra el Covid y un 70% con su esquema completo” agrega Guerrero.
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Pasar por el mercado libre de Cúcuta es encontrarse con la historia de una ciudad que no olvida sus raíces. Sus colores y la diversidad de productos del campo nortesantandereano evocan épocas pasadas en las que la plaza era el sitio de convergencia social; hoy, con 64 años de historia a sus espaldas, el mercado libre de Cúcuta sigue en pie y al servicio de la gente.
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