El soldado profesional Serfi Leal Camacho, de 32 años, 15 de ellos en las filas del Ejército Nacional, estaba convencido de que estando dentro de las instalaciones de la Brigada 30, donde presta su servicio militar, su vida no corría peligro, pero se equivocó.
Las ironías de la vida, dice Leal al recordar que mientras estuvo por varios años en la zona de combate, en el Catatumbo, nunca presentó siquiera un rasguño en los enfrentamientos que su batallón sostuvo con los grupos irregulares que operan en esta región del departamento de Norte de Santander.
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“Allá me desempeñé durante más de una década como enfermero del Batallón de Servicio para el Combate asistiendo a compañeros de tropa que resultaban heridos, muchos de ellos mutilados”, relata.
Dice que estando en servicio le salvó la vida a muchos compañeros heridos por arma de fuego y bombas. “Los recibía moribundos y los reanimaba, les hablaba hasta lograr estabilizarlos y darles aliento”, recuerda.
Un caso que lo conmovió fue cuando recibió a un soldado que había pisado un campo minado. “Llegó mutilado, partido casi en dos, y me decía que se moría porque no se sentía los pies. Yo le decía que no lo iba a dejar morir, porque mi Dios estaba con nosotros, que estuviera tranquilo que para eso estaba yo, y así fue, sobrevivió”.
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Su mayor orgullo de enfermero es que ningún compañero de los que atendió en la región del Catatumbo se le murió, todos comparten hoy con sus familias y con la institución. Su disposición de servicio siempre fue valorada por sus superiores, y en el año 2012, tras 11 años internado en la selva, fue seleccionado para ser parte del esquema de seguridad del comandante de la Brigada 30 del Ejército.
Fue estando en tierra firme y segura, como él califica las instalaciones de esta brigada, que casi pierde la vida en el atentado con carro bomba, el pasado 16 de junio.
Quien lo creyera, no me pasó nada en la zona de combate y vine a encontrarme con este episodio cruel que me dejó herido al igual que a muchos compañeros, pero por fortuna no fue grave. Leal es consciente de que el peligro está en todas partes, no solo en la selva, también en la ciudad, lo cual le ha dado experiencia para mantenerse atento “con el uniforme puesto y con los ojos bien abiertos, porque la guerra es así”.
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