La respiración falló. El estado de inconsciencia llegó a su tope más alto. *Carlos Manrique quedó tendido en su habitación y a su alrededor solo quedaron rastros de la cocaína y la marihuana que consumió de manera desmedida, después de dos días de rumba y drogas. Una sobredosis por poco le quita la vida, con apenas 27 años de edad.
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En medio de la alucinación y de sentir que estaba a punto de morir, una súplica a Dios hizo que todo diera un giro en la desordenada vida que llevaba este joven, durante los últimos 14 años, entre consumo de cigarrillo, marihuana, cocaína y licor.
Ni siquiera el nacimiento de su hija logró que Manrique decidiera escapar del consumo de sustancias nocivas para el cuerpo.
Su actual esposa fue quien la ayudó a alejarse de esta oscura historia. A pesar de haber terminado la relación sentimental por culpa de las adicciones que tenía Carlos, ella siempre estuvo al tanto de lo que le ocurriera.
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“Yo vivía solo en un apartamento y estaba totalmente perdido. Me encerraba tres días a consumir drogas. Un día mi actual esposa llegó a invitarme a salir y yo no tenía ni zapatos para ponerme, entonces ella me prestó unos tenis que simulaban también ser de hombres y así fue que me sacó de ese encierro”, cuenta Manrique, recordando una anécdota que quedó grabada para siempre en su mente.
Manrique también esquivó la muerte. Cuando se enteró de que lo buscaban para asesinarlo tuvo que huir de Cúcuta y refugiarse durante seis meses en Bucaramanga, huyendo de la cadena criminal que desata el microtráfico.
‘Las 18’, la salvación
Justo en ese momento, la compañera sentimental de Manrique lo convenció de asistir a una iglesia cristiana y conocer el grupo ‘Las 18’, conformado por jóvenes, con actividades y una misión destinada a esta población.
Lo primero que encontró este consumidor de drogas descontrolado y desorientado fue atención, interés, importancia y consuelo. “Te aceptan tal cual cómo eres y buscan tu mejor versión, una transformación y eso fue lo que me enamoró”, confesó Manrique.
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Cuando este joven se rodeó de otras personas de su misma edad y se percató de que podía explorar dones a través de la música, de la fotografía, de luces y de gestos culturales, en un entorno amigable, decidió impulsar su vida para un cambio.
Desde ese instante, cada sábado Carlos no dejó de asistir a las 6:00 de la tarde a los encuentros con ‘Las 18’, con el que aprendió a valorar cada detalle y cada ilusión que le trajo una nueva vida, junto con su familia.
“Lo mejor de todo es que somos jóvenes que buscan un proyecto y conocemos de Dios. Nosotros nos dividimos en grupos para enseñar a tocar instrumentos, para aprender fotografía y artes, todo esto lleva a una motivación”, dijo.
En medio de este proceso, Manrique se empezó a alejar de los vicios que lo consumieron y así recuperó a su familia y el amor de su hija.
Poco a poco encontró su transformación y logró conseguir un trabajo estable para darle el sustento a sus seres queridos.
La psicóloga Milena González aseguró que el desarrollo que logró Monsalve se dio a través de impulsos y sentimientos que llenaron los vacíos internos que él tenía en medio del consumo de drogas.
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“Encontrar la superación a través de un encuentro religioso y de ver que podía salir de ese mundo de consumo aprendiendo cosas nuevas hizo que aumentara su autoestima y eso lo favoreció”, dijo.
Las obras sociales
‘Las 18’ mantiene entre sus itinerarios, adelantar obras sociales en diferentes barrios de la ciudad. Los al menos 300 jóvenes que conforman este grupo gestionan donaciones y consiguen mercados para llevar alimentos a las personas más necesitadas.
Asimismo, apoyan las obras de la Mesa Municipal de Víctimas, brindando momentos culturales y presentaciones artísticas a las poblaciones vulnerables, que también han sido afectadas por el conflicto armado y el desplazamiento forzado.
“Es un grupo de jóvenes que siempre está atento a apoyar las necesidades de las personas que tienen más dificultades para llevar alegría y motivación”, dijo Andrés Vargas, de la Mesa de Víctimas.
La Iglesia que congrega a este grupo de jóvenes está ubicada en la Autopista de Atalaya, al lado del puente intercambiador.
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