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Vandalismo espontáneo
Movimientos organizados por líderes de todos conocidos, y con protección de las cortes, quienes salen a decir que el “vandalismo espontaneo” lo produce la provocación de las autoridades.
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Sábado, 23 de Noviembre de 2019

Cómo lo escribí en mi pasada columna, el famoso paro nacional era la excusa para que las fuerzas de extrema izquierda hicieran una asonada, que “mostraría el descontento popular”. Y la excusa, que como se lo oí decir al periodista Ricardo Ospina de Blu Radio, quien dijo que “debo decir una y mil veces que una cosa es el paro y otra los vándalos”, no sabemos si por inocencia, ideologización o agenda, es que de golpe aparecen vándalos en las marchas que no tienen nada que ver con ella. Es como si de la interacción de los marchantes, como en la ciencia de la complejidad, “emergieran” los “vándalos”, una especie de “desadaptados espontáneos” que toda marcha produce, y aunque puedo estar de acuerdo, pues es un hecho científico que los seres humanos en masa nos comportamos exactamente como una colonia de amebas o un cultivo de bacterias, donde la interactuación es por imitación de los que nos rodean, no existe tal cosa como el vandalismo espontáneo.

Esas asonadas son movimientos organizados por líderes de todos conocidos, y con protección de las cortes, quienes al día siguiente salen a decir que el “vandalismo espontaneo” lo produce la provocación de las autoridades de policía; son integradas por lo que, antes que el lenguaje mamerto-santista nos inundará, se llamaban milicias guerrilleras urbanas, que nos son ajenas a los organizadores de las marchas, sino que aquellos “usan” las marchas “pacificas” para poder hacer asonadas con esas milicias.

Son grupos terroristas que buscan crear pánico, y con la justificación ideológica de la lucha de clases, tienen una agenda, que como dice el senador Iván Cepeda, debe incentivarse en la lucha estudiantil, la lucha de los maestros, la lucha de los pensionados, de los indígenas, de los campesinos, en las cuales se puedan expresar los “vándalos espontáneos”, que disponen de papas bombas, cocteles molotov, armas blancas, provisión de piedras y ladillos, pinturas y herramientas de romper cerraduras y candados, espontáneamente disponibles. 

Ante esto, impresiona la cantidad de idiotas útiles, cuyo comportamiento sólo puede atribuirse a una alimentación de sus maestros en el resentimiento y la irracionalidad. El resentimiento es una de las peores emociones, pues combina dos sentimientos negativos, en primer lugar, el odio hacia el exterior y la incapacidad interior de superación, es la materia prima de que se alimenta la extrema izquierda para lograr todas las formas de lucha.

Afortunadamente el presidente Duque leyó bien lo que significaba el tan cacareado “paro nacional”, y puso a las fuerzas de seguridad en estado de alerta, y mediante inteligencia pudo capturar algunos “vándalos espontáneos”, con su materia prima de explosivos, para de esa manera poder reducir los efectos de la asonada.

Al fin el presidente Duque está empezando a actuar como un presidente de una democracia liberal amenazada por enemigos externos e internos que la quieren destruir, y no como el presidente inocente que ve derechos en todas partes, y jamás exige deberes. Esperamos que siga por esa línea, a ver si podemos evitar caer en las manos de los “luchadores por la paz” que buscan el socialismo del siglo XXI a toda costa. 

Ahora, que el país va mal tampoco es nuevo para nadie, pero la forma de salir no es profundizando el régimen, de economía extractiva y discurso político estatista sino, por el contrario, cambiar de curso. No es más socialismo lo que necesitamos, sino salir de ese régimen semifeudal en que hemos vivido casi toda nuestra vida republicana, y entrar de una vez a la verdadera democracia liberal con economía de mercado. Porque esos que llaman vándalos sólo buscan llevarnos a la venezolización, bajo el liderazgo de Márquez y Santrich, hoy ilustre prófugo sin investigación judicial seria y ausente total de los medios.

Por eso venimos exigiendo al presidente Duque, quienes votamos por él, que abandone la senda santista que lleva, incluyendo claro está, aumentar la cascada de impuestos y la deuda externa, reducir el tamaño gigantesco del estado, e impulsar una real agenda económica. Lo dije desde que salió electo, si la economía va mal, la politización se exacerba. Es oportuno en este cambio de gabinete, que busque sacar a un ministro como Carrasquilla, y cualquier otro monetarista, para quien el desarrollo es algo totalmente incidental. Le quedan dos años; no los pierda siguiendo la ruta del discurso mamerto, o de los “economistas serios” que sólo buscan mantener la calificación de deuda.

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