Recientemente en un interesante evento rotario sobre Imagen Pública, la compañera Rashill Guerrero de Venezuela anotaba sobre la triada “Pensamiento, Emoción, Acción” (PEA) que “Lo que no es, puede llegar a ser. Como te ven, te tratan. Cuida lo que dices y como lo dices. Pero, además, cuida lo que escribes porque eso quedará sentado para siempre”.
Hace unos días, escribí y expuse un trabajo sobre los rasgos de los nortesantandereanos para la Academia de Historia de Norte de Santander. Anoté que de acuerdo con un estudio realizado hace algunos años por nuestro Club Rotario Cúcuta, nosotros mismos aceptábamos que la característica de los cucuteños que más se ajusta a nuestra forma de ser es que somos “mamagallistas”.
Si uno es lo que cree que es, agregaba yo, no es posible que la gente de la región no reaccione ante tamaño adefesio. Ser mamagallistas denota implícitamente que somos superficiales y folcloristas. Desde ya tenemos que trabajar para cambiar nuestro esquema mental, la forma de hablar, de escribir y de pensar. Así cambiará la percepción que la gente de otros lares tiene de nuestro entorno regional.
La idea es trabajar sobre lo fundamental (la integración de lo que se piensa, se dice y se hace). Luego, sobre el lenguaje verbal y la imagen escrita, para que el fondo y la forma coincidan.
Aprovechando las circunstancias que vivimos actualmente, lancé una propuesta que hoy la retrotraigo para consideración de todos.
Mi propuesta es ¿Porque no aprovechamos la pandemia y nos constituimos en la generación del cambio de imagen? ¿Por qué no, pedimos prestada la idea de Edgar Granados Maldonado, economista cucuteño, residente en Medellín, ya pensionado del sector financiero, quien propone que nosotros, “los de la generación de la pandemia” estamos llamados a salvar la región, como los de la generación del terremoto de hace 145 años, pusieron toda la convicción para recuperar a Cúcuta del desastre? ¿Por qué no pensamos en una nueva generación de cucuteños y nortesantandereanos que, sin perder su buen humor, aspiren a salir ilesos de esta tenebrosa situación, para ser unos hombres y mujeres nuevos, con otro perfil y otra idiosincrasia? ¿Por qué no iniciamos un nuevo estilo de vida, aportando a la sociedad desde nuestras distintas fortalezas todas las ideas fantásticas de los jóvenes que aparezcan en donde se muestren positivismos y proactividades? ¿Por qué no iniciamos el tiempo de la dignidad en la política, de la honestidad y la transparencia de todos incluidos los gobernantes, y del desecho de tajo de las prácticas de la corrupción? ¿Por qué no colocamos todo el interés para ser, en adelante, una gente de verdad honesta, transparente, respetuosa, estudiosa, capacitada, positiva, proactiva, innovadora, creativa, comprometida, integral y ganadora? ¿Por qué no aprovechamos para empezar a ser ciudadanos que enseñen a sus descendientes los conceptos de los principios y valores de la ética y la moral, que sean amigos de la familia, el respeto, la educación, la cultura y la honra de la palabra?
¡¡Si, cambiar es la propuesta!!. Iniciar la tarea de ser gente que sueñe y viva la paz y la solidaridad, que se alimente con los jugos de la nortesantandereanidad y se prodigue y comprometa con el progreso y desarrollo de nuestra patria chica.
Es precisamente en estos tiempos difíciles cuando debemos actuar sin renunciar a lo esencial, respetando los principios que nos cohesionan e inspiran. Solo así la región retornará a una senda segura, seremos visibles en el panorama nacional y los llamados a representarnos en los altos designios del estado, sabrán hacerlo con pulcritud y eficiencia.