La cumbre de la Inversión Social Privada realizada en Bogotá, ha presentado una cifra que bastante nos debe preocupar, por el enorme impacto que representa para los sectores social y económico del país, pues al registrarse una caída anual de la inversión privada del 17%, resulta realmente alarmante y hace necesario y urgente no solo identificar las causas, sino diseñar los correctivos para enderezar el sombrío panorama.
El sector privado genera el 78% del empleo formal y aporta el 72.3% del PIB nacional, de tal manera que cualquier variación en este indicador, el impacto en la economía es en extremo significativo, debido a los altísimos volúmenes que abarca.
Debemos agregar que, según el reporte de las cámaras de comercio, la creación de nuevas empresas ha tenido una disminución del 6,8%, y que aún las pequeñas empresas han estado en decadencia con el -2,7%.
Por otro lado, no podemos perder de vista que la Contraloría General alertó sobre la caída del recaudo tributario, y la calificó como la más baja en los últimos diez años, señalando que ese desfase puede ocasionar un hueco fiscal del orden de los diez billones de pesos, que abarcaría el 60% de la reforma tributaria.
Sabemos que se adelantan diálogos entre las autoridades económicas del gobierno y el sector privado, para buscar fórmulas de entendimiento y para generar instrumentos que permitan impulsar el sector empresarial y afianzar la inversión, pero resulta apremiante que esas conclusiones se concreticen en el menor tiempo posible, para que pueda fortalecerse el clima de confianza inversionista.
El capital requiere de elementos que ofrezcan seguridad, estabilidad y confianza, y sobre esos tres factores es urgente intervenir, pues en la medida en que los ciudadanos puedan tener la tranquilidad esperada, los capitales reactivarán su potencial inversionista.
Es apremiante entonces que de esa mesa de dialogo, puedan salir conclusiones que ofrezcan serenidad y calma, para que generen energías positivas en el clima económico. Los resultados del crecimiento del PIB, de la inflación, del empleo y de la inversión, deben estar rodeados de elementos de motivación, que es la primera condición para que la economía recupere su sendero.
De esta mesa es importante que las partes salgan unidas por los objetivos acordados, en donde sea posible identificar no solo una buena intención, que es necesaria, sino la puesta en marcha de cronogramas concretos para desarrollar en los días inmediatos, de tal manera que sea posible que la materialización de los acuerdos sea el signo inequívoco para enderezar las rutas que deben conducir a la reactivación y al reforzamiento de las condiciones para apalancar el crecimiento en los niveles esperados. Unificar el lenguaje del crecimiento, debe ser un imperativo.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en https://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion