Se acercan las elecciones y es tiempo de balances sobre el gobierno que termina. En el caso de Norte de Santander nos deja en una situación lamentable. Los sectores políticos y las autoridades administrativas que han acompañado y respaldado su gestión deben responder ante nuestra gente. Hay que decirlo con claridad, sin rodeos, tras cuatro años de gobierno uribista nos dejan un Norte más violento y más pobre del que encontraron.
Recordemos que en el 2018 la inmensa mayoría de nortesantandereanos salieron a respaldar a Duque en la primera y segunda vuelta presidencial. Con el cuentazo del Castro-chavismo y que las Farc se tomarían el poder, el uribismo encontró terreno fértil en la frontera, en la que nos miramos en el espejo venezolano y es inocultable la crisis humanitaria que se vive ocasionada por la dictadura de Maduro. Proporcionalmente, nuestro departamento fue el de mejor comportamiento electoral para Duque, superando a Antioquia. Más de 486.000 personas, un 78% de los votantes, apoyaron al hoy presidente contra Petro. 4 años después el escenario es desastroso. Nunca tuvimos representación en el gobierno central. Ningún coterráneo en el consejo de ministros. Ningún paisano en alguna entidad de importancia. En todo el periodo solo el viceministro de Agua Potable. Pobre, casi nula, la representación para el departamento.
En el caso de las obras de infraestructura y la inversión social el panorama es igualmente desalentador. Termina el gobierno y las visitas de Duque se redujeron al show del concierto para tumbar a Maduro, que nos hizo un daño enorme como región, los inútiles consejos de seguridad y las visitas a las obras que dejó en marcha el gobierno Santos. No hay una sola obra de envergadura que deje Duque en el departamento y las dos grandes que se encuentran avanzadas, la doble calzada Cúcuta Bucaramanga y el acueducto metropolitano de Cúcuta, los nortesantandereanos sabemos que su financiación se aseguró en el gobierno Santos y su ejecución se inició en su mandato.
Más grave y desolador aún el escenario en materia de seguridad y desarrollo social. La pobreza en el departamento se disparó como nunca, impulsada por el cierre de la frontera legal. La informalidad en un 70% y la pobreza por encima del 45%, son cifras contundentes que demuestran el fracaso del gobierno en nuestra región, sumadas a la ausencia de un plan de choque para luchar con eficacia contra ese flagelo.
Para el final queda el problema de la violencia y la inseguridad, sin duda el más grave. Iván Duque recibió un departamento que en la mayoría de municipios había recuperado su tranquilidad, tras la firma del acuerdo de paz con las Farc. Las cifras de nuestras fuerzas militares no mienten. No disfrutábamos La Paz total, pero sí en muchas zonas una calma para nuestra gente. Atrás habían quedado los atentados terroristas, los ataques a estaciones de policía y comandos del ejército y la muerte de nuestros soldados y policías. Cuatro años después del gobierno de la seguridad democrática III, regresamos 20 años en el reloj de la historia. De nuevo se nos convirtió en un infierno el departamento. No hay día en el que no se presente un incidente de orden público, cuando entre el 2016 y 2018 pasaban meses sin ninguna alteración.
Es claro entonces que al Norte de Santander le fue pésimo con Duque y el uribismo. El cierre de la frontera y el desastre de las relaciones bilaterales con Venezuela nos dejó en la inmunda. Ahora nos quieren vender desde el gobierno un candidato que vino por aquí por primera vez hace unos meses, que no conoce nada del departamento ni de su gente, como Duque. Si queremos 4 años más de lo mismo, si queremos reelegir al mismo Duque para el Norte de Santander, voten por su versión 2022, Federico Gutiérrez, quien es el candidato del continuismo, del gobierno, del Uribismo. Si quieren cambiar, en 8 días les contaré porque la mejor opción para el Norte es Fajardo y no Petro. No nos vayamos a equivocar para después lamentarnos 4 años más del abandono, el atraso y el olvido. Fico no tiene nada que ver con nosotros.