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Turning point
Si gana el candidato de Petro, no hay duda de que la izquierda extrema, ahora sí, se queda en el poder.
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Domingo, 2 de Noviembre de 2025

El encuentro entre los expresidentes César Gaviria y Álvaro Uribe es el momento crucial de esta campaña presidencial. Marca el rumbo de las elecciones y del país.

No son los del próximo año unos comicios normales, unos típicos donde solo se define el nombre de quien gobierna y un énfasis programático. En las del 2026, en cambio, nos jugamos la democracia misma. Si gana el candidato de Petro, no hay duda de que la izquierda extrema, ahora sí, se queda en el poder. Petro, en quien late un tiranito, examinó distintos caminos para hacerlo, sin éxito. Pero el objetivo se mantiene.

Las instituciones resultaron mucho más fuertes de lo que se creía. Las cortes, a pesar de los constantes ataques de Petro y en ocasiones de sus turbas, han hecho su trabajo de defender la Constitución y aplicar la ley. Una y otra vez han tomado decisiones que marcaron la primacía de la carta del 91 por encima de la voluntad del gobierno y echaron abajo decisiones gubernamentales que violaban el ordenamiento jurídico. Eso que Petro llama "golpe blando” no es sino el el imperio de la ley, columna vertebral de cualquier democracia. El Congreso, a pesar de los esfuerzos sistemáticos desde la Casa de Nariño por corromperlo, ha demostrado independencia. Con frecuencia ha hundido proyectos del gobierno que considera inoportunos, inconvenientes o francamente dañinos para el país. Ni sobornando congresistas consiguieron las mayorías que querían. Eso que Petro llama “bloqueo institucional” no es sino el ejercicio de la separación de poderes y del sistema de frenos y contrapesos, también columnas vertebrales de cualquier democracia.

Pero esas instituciones no resistirían cuatro años más de penetración y ataques presidenciales. Lo que han demostrado Petro y sus cómplices es que hacen parte de la izquierda carnívora, esa que gana elecciones para destruir desde dentro el sistema y quedarse en el poder.

Además, estas elecciones se realizarán, como no ocurría hace décadas, bajo la amenaza de los violentos. El asesinato de Miguel Uribe se cierne sobre todos los candidatos de la oposición tanto como las dianas que marca Petro en el pecho de algunos de ellos. Y los grupos ilegales, favorecidos por Petro y sus políticas, están en su momento de mayor fortaleza en más de dos décadas y ejercen control sobre grandes áreas del territorio nacional. Para rematar, corre a raudales el dinero sucio del narcotráfico y la minería ilegal, dinero que, se sabe desde el pacto de la Picota, tiene probadas simpatías por Petro y sus cómplices.

En esas dificilísimas condiciones se hará campaña y se votará el próximo año. Y en esas condiciones la oposición debe triunfar. Para esa victoria la unidad de los demócratas es indispensable. Y en ese propósito el encuentro entre los expresidentes es fundamental. Significa que se unificarían los procesos de consultas interpartidistas que se iban a desarrollar separadamente, uno entre liberales, conservadores, Alma y quizás la U, y otro entre el CD, Vicky Dávila, Pinzón y de la Espriella. Digo que tal vez la U porque Alex Vega, copresidente de esa colectividad, habló de la posibilidad de que le dieran aval a Roy Barreras y la condición sine qua non de la alianza es no apoyar petristas. Me dicen, sin embargo, que la posición de Vega no es mayoritaria y que la U se mantendría en la coalición. Con las declaraciones posteriores de Uribe, significa también que, aunque hay que esperar para verificarlo, los partidos tradicionales le levantarían el veto a Abelardo. Y significaría que a esa consulta entraría también Cambio Radical, aunque no se sabe aún si con Germán Vargas o con el aval a alguien más.

Poco quedaría por fuera. El expresidente Uribe dijo que la invitación incluye a Fajardo. No se si aceptaría, sentado en su aparente superioridad moral y en su tibieza. Y es el candidato, junto con Roy, de Santos, que juega a dos bandas y le está apostando a conseguir el apoyo de la izquierda para cualquiera de los dos en una segunda vuelta. El petrosantismo es una realidad.

En cualquier caso, la coalición que cocinan Gaviria y Uribe sería imparable y asegura la preservación de la democracia para después del 26. No queda sino aplaudir y esperar a que cuaje bien.


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