En la columna anterior concluimos que trenes y túneles es la ecuación para desarrollar infraestructura, la base del desarrollo económico. Veamos algunas ideas, apoyados en Google Earth, de infraestructuras nacionales que cambiarían nuestro destino. Soñemos.
La primera idea es la conexión Caribe-Pacifico, siendo Colombia el único país de Suramérica que tiene esta posibilidad. Se ha hablado por décadas del canal Atrato-Truandó, pero los problemas de sequías que han afectado los niveles de agua en el canal de Panamá podrían intensificarse y crear riesgos de operación. En el gobierno Barco se habló de una solución férrea, que no fue una prefactibilidad sino solo una buena idea. Para estructurarlo hay que considerar muchas variables que afectan un proyecto de este calibre: capacidad de los puertos en el Caribe y el Pacifico, riesgos ambientales, diseño mixto de la línea férrea en superficie dedicada, sobre tierra o incluso subterránea y muchas variables técnicas y socioambientales. La idea sería algo como esto: un trazado entre Necoclí, Antioquia, en el Caribe y Juradó, Chocó, en el Pacífico. Pasaría cerca a Turbo, Apartadó, Carepa, Chigorodó, Riosucio y Salaquí, que tendría una distancia total menor a 250 kilómetros y la altura topográfica máxima a superar sería de 500 metros sobre el nivel medio del mar. La velocidad promedio que pueden lograr las actuales locomotoras eléctricas de 150 kilómetros por hora, haría que un trayecto se recorriera entre dos y tres horas, tiempo importante para competir con el canal de Panamá en la medida que la logística en puertos y de cargue y descargue del tren se optimicen. Llevaría años solo estructurarlo, pero para llegar al futuro hay que arrancar desde el presente.
Puede costar varios miles millones de dólares que con un gobierno centralista se hace imposible de financiar. Es un proyecto para el cual hay inversionistas internacionales, especialistas en ellos, e incluso es un proyecto estratégico para algunos estados como Estados Unidos, China o Alemania, siempre y cuando se garantice estabilidad jurídica, tributaria, ambientalismo real no ideologizado y adecuada seguridad. Una gran infraestructura tiene un efecto económico y social multiplicador brutal, pero también por un efecto en el aumento del costo de la tierra, que obliga a una nueva y moderna planificación (ni hablar de POTs) para evitar expansión caótica en los municipios afectados por la impactante influencia del tren interoceánico. La relación beneficio/costo de esta infraestructura es incorporar el Pacifico Colombiano al desarrollo socioeconómico a costo de cambiar el modelo político centralista-colectivista.
Con el modelo institucional adecuado, impulsor del desarrollo sostenible, bastaría una invitación internacional a estudiar el proyecto y proponer formulas de financiación e impacto tarifario, para que sepamos el interés en un proyecto que le cambiaría la cara a Colombia, pues significa la recuperación del Urabá y el norte del Chocó, además que un puerto sobre el pacifico chocoano puede crear una cadena de transporte marino costanero en el Pacifico colombiano, que sería la punta de lanza para que la región Pacífica salga de su larga noche de infradesarrollo.
Hay también la necesidad de un proyecto férreo integrador Oriente-Occidente, ya que la poca infraestructura existente es toda Sur-Norte. La mejor opción sería otro tren transoceánico binacional, que iniciando en Maracaibo, Venezuela, pasara por Cúcuta en dirección a Ocaña hasta llegar al puerto de Gamarra sobre el río Magdalena. La conexión probable con el Pacifico desde el Magdalena Medio sería por Puerto Wilches hasta empalmar con Cisneros pasando por Medellín y Quibdó hasta llegar Nuquí, para completar una línea férrea de cerca de 1000 kilómetros entre Maracaibo y el Pacifico chocoano. Interesaría a inversionistas estratégicos cuando Venezuela salga de su horrible noche y Colombia del narcocambio y la institucionalidad binacional sea pro-desarrollo. Estos proyectos Nación se mejoran coordinándolos con proyectos Región.
Trenes y túneles, en dirección transversal es el camino a integrar el olvidado Pacífico al país; paradójicamente la descentralización uniría físicamente al país. Solo son sueños; hoy lo real es la estéril verborrea progresista.
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