Cuando los malos sirvan de ejemplo y los buenos, de burla, todo estará perdido”. Demóstenes
Puedo afirmar rotundamente que me gusta que la gente tenga y gane plata. Que se le den las mejores oportunidades y que cada quién las disfrute. Eso sí que tenga la mayor responsabilidad y ahorre para el futuro. ¿Ustedes se imaginan a nuestra ciudad con personas pudientes que manejen esta realidad? Sería formidable. Sensacional.
Pero la realidad es otra, totalmente diferente. Pareciera que una gran cantidad de personas de nuestra comunidad ha adoptado la consigna “Todo por la plata” como una verdad definitiva y sustancial. Hay una gran mayoría de individuos deficitarios que gastan más de lo que ganan y no les alcanza el dinero para suplir sus necesidades. Viven vaciados. Otros, que lo tienen todo, por cuestiones de herencias familiares o por trabajos muy rentables. Empero los más, se acostumbraron a ganar el dinero fácil apelando a situaciones aberrantes que rayan en la grosería y ya son muchos viviendo de la corrupción rampante.
Nadie los denuncia porque, pese a las evidencias, siempre desafían al mundo y se devuelven contra todos, exigiendo como garantía a su pulcritud, buen nombre y honorabilidad, las pruebas correspondientes. Y ¿la justicia? Bien, gracias. Cuando las IAS intervienen, el acusador termina de acusado y tranquilamente los pájaros les tiran a las escopetas.
Avivatos. Sinvergüenzas. Sin conciencia moral. Sin escrúpulos. Son capaces de amañarse y quedarse con recursos del erario que se requieren para los hospitales, las calles, la vivienda, la salud, la educación y todo lo que puede representar el bienestar del pueblo. De verdad que estas cosas no tienen perdón de Dios.
Manuel Guillermo Camargo Vega al respecto anotaba: “El vivo colombiano logra mediante el engaño su cometido personal, generalmente en contra del bienestar personal. Es el técnico que mediante la creatividad matemática convierte malísimos resultados en excelentes logros.”
Por su parte, escribía Oscar Domínguez: “El avivato tiene moral elástica. Eso le permite venderse al mejor postor. La semántica es lo de menos. Cambia de principios según el estado del tiempo. Bordea el código penal.”
A su turno, Pedro Miguel Vargas, sostuvo que: “Cúcuta es una ciudad dominada por la corrupción y lo peor es que sus habitantes están resignados a sufrirla y tolerarla. Como la muerte, creen que es ineluctable”.
Según las estadísticas, pocas personas creen en la justicia y en las IAS. Por esto, cuando se desdibuja la justicia, aparece la impunidad y esta tiene efectos nocivos, pues aumenta la cobertura para que actúen los de las uñas largas.
La corrupción aumenta con el grado de ineficiencia del sistema, con la desmejora de los salarios porque se aumenta la falta de escrúpulo de los funcionarios, con el grado de monopolio con el que los servicios se prestan, con la escasa probabilidad de ser descubiertos los individuos mañosos y con los pingues castigos pecuniarios y la baja sanción social que se les aplica a los individuos corruptos. Se trata de una gran descomposición moral e institucional a nivel general, regional y del país.
Es incontrovertible que la gente poco a poco está tomando conciencia y reprueba la actitud de los malos gobernantes y directores de los institutos descentralizados. Como consecuencia, se han venido desdibujando en forma gradual los partidos tradicionales, toda vez que perdieron su vigor ideológico, conduciéndolos al conformismo, la manutención del statu quo y el clientelismo de la política, entendido como un esquema de liderazgo fundamentado solo en contraprestaciones con los electores.
Aun así, sueño con una Colombia y una región manejada por personas que trabajen honrada y honestamente para que todos podamos tener una vida digna y en paz. Algún día esto tiene que cambiar y la justicia llevará a los corruptos a las frías salas de las cárceles. Con ello se ratificará que hay dos cosas que el dinero no puede comprar: el respeto y la honestidad.
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