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Súplica al señor en la cruz
Debemos aprovechar para hacer nuestras peticiones a Quien, a esa hora, muere en la cruz.
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Miércoles, 28 de Marzo de 2018

Dicen que a las tres de la tarde, de aquel Viernes Santo, el primero de la historia, el Señor Jesús exhaló su último suspiro. Y añaden que, desde entonces, a las tres de la tarde de todos los viernes santos, el mundo se detiene unos minutos, las aves suspenden el vuelo y el agua deja de murmurar en  ríos, quebradas y cascadas. La tierra no gira, el cielo se opaca y algunos árboles, como el limón, dejan escurrir, tronco abajo, unas gotas como lágrimas. Eso dicen.

El universo entra en un instante de silencio, sólo unos instantes, y es ese el momento que debemos aprovechar para hacer nuestras peticiones a Quien, a esa hora, muere en la cruz.

Digo esto, porque me acaba de llegar un mensaje por redes sociales, de remitente desconocido, en el que se me solicita que reenvíe a mis lectores la oración que adjuntan, so pena de recibir algunos castigos si no lo hago: Mi hacienda será destruida, con graneros y todo;  a mi hato de ganado lo atacarán garrapatas, nuches y otras plagas; mis propiedades serán saqueadas y, en resumidas cuentas, la vida se nos pondrá difícil.

Yo no creo en tales amenazas, entre otras cosas porque no tengo hacienda, ni graneros, ni nada. No les temo a las garrapatas, los nuches y otras plagas, por la sencilla razón de que no tengo hatos de ganado. En cuando a mis propiedades he de reconocer que mi única propiedad es mi mujer y veo imposible que la vayan a saquear porque ella pega duro. Me consta. Y que la vida se me pondrá difícil, ya me acostumbré a ello, porque siempre ha sido difícil para mí. Además no me gusta que me amenacen porque se me sale la raza de mercedeño, y ahí sí que no respondo.

Sin embargo, la oración que me mandan tiene sus cosas buenas y por eso hoy la copio para que ustedes la recen, mañana, a las tres de la tarde. Si no lo hacen, no respondo por su hacienda, ni por su hato, ni por sus otras propiedades.

La oración dice: 

“Señor Jesús, escucha mis peticiones, que te las hago con mi corazón angustiado, y temeroso de lo que pueda suceder:

No permitas, Señor, que Petro gane las elecciones presidenciales. Con un Petro aquí y otro petro (la criptomoneda) en Venezuela, la cosa se nos pone más  color de hormiga de como ahora la tenemos.

¿Quién se aguanta a Maduro, creador del petro de allá, haciéndole campaña al Petro de acá, y quién se aguanta a los petristas de acá ponderando las bondades del petro de allá para imponerlo aquí, en el improbable caso de que con la ayuda del petro de allá se nos trepara el Petro de acá?

Señor Jesús, por tu sacrificio en la cruz, aleja a Petro de la Casa de Nariño, aléjale las tentaciones del poder. Él es buena gente, un buen esposo y un buen padre, permítele entonces que se dedique por entero a su hogar y que siga siendo bueno en su casa y no muestre su maldad fuera de ella.

Jesús crucificado, por tu preciosísima sangre, por tu pesada cruz, por tu corona de espinas, dale una manito a Colombia, haciendo que los petristas de acá y los de allá dejen de darle tanto bombo al de acá y nos dejen descansar de tanto mensaje que viven enviando por las redes sociales. Con tu ayuda, Nazareno divino, nuestra patria se librará de esas caspas en que se han convertido los petristas de acá y los maduristas de allá, que vienen a ser un mismo sancocho, amén. 

(Guárdela y sígala rezando todos los viernes, a las tres de la tarde, hasta el 27 de mayo. Y póngale de la que mueve montañas).

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