El Congreso está discutiendo la propuesta de Reforma Política, que por supuesto como casi siempre sucede con estas iniciativas de reforma, suscita controversias acerca de algunos puntos en la medida en que se pretende mimetizar sus verdaderas intenciones, con lo que se tiende a perder parte de lo positivo que normalmente tiene esta iniciativa reformista.
En este caso se invoca la reforma prevista en los Acuerdos de La Habana – que estableció la creación de una Misión Electoral Especial, como efectivamente se hizo y elaboró una propuesta integral de reforma-, pero se hace caso omiso de lo que era lo fundamental en ella como lo era el cambio en la composición y origen de la cabeza de la denominada ‘rama electoral’ como lo es Consejo Nacional Electoral, que hoy día es solamente una prolongación de la representación de las fuerzas políticas en el Congreso y por consiguiente no tiene la legitimidad para ser la cabeza del poder electoral. Pero de este tema poco o nada se dice –entiendo que estaba previsto en la propuesta del Partido Alianza Verde, pero fue ‘hundida’-.
La controversia está, por lo menos mediáticamente, entre la ‘lista cerrada’ o el ´voto preferente’ –sabiendo que la idea de listas llamadas ‘cremalleras’ entre candidatas y candidatos debe ser una regla básica- y claro cada parte destaca lo que considera es de buena imagen y al tiempo le atribuye a su oponente todos los males de la política en nuestro país; pero el problema central es que en cualquiera de los dos casos se deberían incluir mecanismos sólidos de democratización de los partidos políticos, como obligatoriedad de convenciones periódicas locales, regionales y nacionales de los partidos políticos, direcciones colegiadas con representación en las mismas de las minorías, elecciones primarias obligatorias el mismo día para todos los partidos para definir quiénes van a formar parte de las listas, comités plurales para la definición de las listas, entre otros.
Hay otros temas que están en la propuesta y que deberían ser objeto de amplio debate, los que apuntan a darles más beneficios a los congresistas, tales como volver al viejo sistema, eliminado por la Constitución de 1991, de la ‘puerta giratoria’ que permitía los congresistas pasar a ser ministros o altos funcionarios del Estado y que termina subordinando al legislativo frente al ejecutivo, o modificar los tiempos para que los congresistas, diputados o concejales deban renunciar para aspirar a ser electos en cargos de la rama ejecutiva. Todo esto finalmente lo que lleva es a impedir una mayor renovación de las elites políticas que era lo que se buscaba justamente con mecanismos como la profesionalización de los congresistas o la no re-elección. Sin duda, muchas de estas medidas son un claro retroceso. Todo lo anterior y mucho más es lo que amerita un amplio y plural debate sobre la misma antes de avanzar en su aprobación en el Congreso.
Adenda: La democracia liberal sin duda pasa en los últimos tiempos por un mal momento. Desde las derecha políticas –caso de los trumpistas en Estados Unidos o los bolsonaristas en Brasil- o desde las izquierdas o lo que genéricamente denominan ‘lo popular’ –caso de los seguidores de Pedro Castillo en Perú-, para sólo colocar algunos ejemplos de las Américas, se pretende desconocer las instituciones y sus procedimientos; si los resultados no corresponden a los deseos de líderes personalistas con tintes populistas, se acude a las vías de hecho con todo lo que esto conlleva en pérdida de vías humanas, destrucción de bienes públicos y privados, cuestionar el funcionamiento de las instituciones y en últimas desinstitucionalizar los sistemas políticos.
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