Nuestros campesinos utilizan la frase anterior, para responder a las preguntas maliciosas. Por ejemplo, la del anuncio de esta columna. Yo diría que sirven para mucho o para nada, pues el 70 % de las instituciones municipales están en el aire, a la luz del control constitucional y legal.
Uno mira el panorama nacional, y encuentra como una radiografía de cómo va el país en medio de la corrupción. Aquí, pues la radiografía tiene tintes dramáticos.
Una ciudadanía asustada, acorralada, sin defensa pública, paralizada ante la inoperancia de los mecanismos de control, empieza a reaccionar, lentamente. En los deparmentos y capitales del país, el desarrollo humano se mide, en la misma proporción en que ejercita sus mecanismos de defensa. El control social, tan difícil y tan pobre, pero que al menos quedó escrito en la Constitución y unas leyes caracterizadas por su timidez.
Y entonces se admira, a departamentos que en medio del acoso de la corrupción, intenta cosas para corregir, para enmendar los sucios comportamientos de la dirigencia pública y de la privada, que se amantan del erario público.
Y lo hacen a través de las veedurías ciudadanas, tan goleadas desde su nacimiento. Y resulta obvio, hay que debilitar y hasta destruir, lo que impida robar al erario público.
En el primer parto, pues las veedurías vieron la luz con la Ley 563 de 2000 y a los pocos años la Corte Constitucional-Sentencia C-1338 de 2007- la declaró inexequible, al encontrar que el Congreso de la República realizó un trámite que no correspondía a una ley estatutaria. Murió la niña y adiós veedurías.
Un error inexcusable, para los expertos y los inexpertos congresistas. Pues las leyes estatutarias son conforme al Artículo 152 de la Constitución Política que regulan Las instituciones y mecanismos de participación ciudadana, de tal manera que los vicios de trámite fueron examinados por la Corte Constitucional y la llevaron a su defunción.
Pero, decía que en la medida en que haya control social propio de las veedurías en el país se mide el escalafón de desarrollo humano y entre nosotros las estadísticas de las veedurías ciudadanas es pobrísima: una nueva en el departamento Norte de Santander, según las cifras de- RUES- hay 8 veedurías inscritas en la CCC, así: tres de Cúcuta, una de Lourdes, una en Ocaña, dos en Villa del Rosario, una en Tibú.