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Sigue la pesadilla
Una luz borrosa al final del túnel.
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Sábado, 6 de Junio de 2020

Los bogotanos hemos sufrido las consecuencias de un virus chino que, como los circos pobres, se despide todos los días pero no se va: se queda flotando en el ambiente, sembrando el miedo, la desesperanza y el terror de la llegada de la muerte, que amenaza tanto a niños como a “viejitos” como yo, que somos las presas favoritas de los cuidados intensivos que nos pueden agarrar en cualquier momento.

Creíamos que empezaba a pasar la pandemia que paralizó todo el mundo y estábamos regresando a la feliz época en que almorzábamos en los restaurantes, íbamos a bailar con las amigas y nos divertíamos como enanos de circo. Pero estábamos equivocados. La pesadilla no había desaparecido y muchas personas seguían sufriendo las consecuencias del desempleo, de la falta de ingresos y de la desesperanza. No sirvieron los mercados regalados por el gobierno y por algunos generosos y el hambre siguió apretando en un mundo en el que los dueños son la desigualdad, la pobreza y las necesidades. Y la falta de trabajo. 

Muchos colombianos supieron lo que es la falta de dinero para pagar los servicios públicos, las pensiones de los colegios, los arriendos, que no dan espera. Como decía famoso torero: más cornadas da el hambre. Los más afectados fueron los informales: los peluqueros, los meseros, todos los que viven de las propinas. La ruina ha sido total, como nunca había ocurrido ni en las peores ocasiones en que los colombianos habíamos sufrido las consecuencias del “bogotazo” o de otros aconteceres terribles que nos han puesto a rezar, como hicimos ahora por invitación del Papa Francisco.

Pero cuando creíamos que empezábamos a  ver la luz al final del túnel surgió nuevo problema: se detectó incremento preocupante del virus en zona capitalina más grande que la mayor parte de las capitales departamentales: Ciudad Kennedy, fundada por el inolvidable presidente gringo y en la cual viven más de un millón de personas. De inmediato se decretó cuarentena severa y los habitantes de la gigantesca zona, que en otras épocas albergó el aeropuerto de Techo, quedó congelada: no se puede salir ni entrar, fue convertida en zona de guerra.

Nunca antes habíamos sufrido algo similar: un virus chino paralizó al país en el peor momento, cuando ocupa la Presidencia una persona que no estaba preparada para gobernar y  ni siquiera había sido ministro o gobernador. Colombia y el mundo no habían tenido otra prueba similar. Parece que la fortuna nos está poniendo a prueba. Ojalá pasemos el examen y regresemos pronto a la normalidad. Necesitamos recuperar todos nuestros valores. No más virus chino ni más cuarentena. Estamos aburridos. GPT

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