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Se nos cayó la reina
La virreina nacional de la belleza dio un traspié en el desfile.
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Lunes, 23 de Mayo de 2016

La foto me impresionó profundamente. Y sé que a ustedes también, si la vieron por redes sociales o en este periódico. La virreina nacional de la belleza dio un traspié en el desfile regio que, la semana pasada, hicieron aquí en Cúcuta. Y al suelo fue a dar la miss.

Afortunadamente allí estaba, pendiente de las reinas, el exgobernador Edgar Díaz, quien se les adelantó a Goyo, al gobernador William y al edecán, que no aparecieron por parte alguna (en la foto) para darle la mano a la caída, y levantarla como si tal, como si nada hubiera pasado.

-Tranquila, parcera, -le dijo Edgar mientras le limpiaba la falda y le sobaba la rodilla.-Tranquila, que aquí está entre amigos. Pero no vaya a cojear. Póngale verraquera.

La virreina, a punto de llorar, sólo acertaba a decir “gracias, qué pena, gracias”.

-No se preocupe, belleza –dijo Goyo desde atrás-, que un mal paso cualquiera da en la vida.

-Y no vaya a berrear, reina –le siguió aconsejando Edgar, tan formal, tan querido y tan decente.

-Pero no se me vio nada, ¿cierto?

-Nada –dijeron los dos al unísono.

No se sabe qué pasó: Si a la virre se le dobló un tobillo, o el tacón le falló, o la tabla estaba lunanca. Rápidamente el incidente se olvidó, el desfile continuó y la fiesta siguió adelante, antes de que llegara la policía, tan atenta a llegar a donde haya incidentes de este tipo y de los otros.

Goyo tenía razón: Un mal paso cualquiera da en la vida. Los políticos los dan todos los días. Lo que pasa es que ellos ni cuenta se dan, y en ocasiones confunden los buenos con los malos pasos.

Los gobernantes se sobran en malos pasos. Por eso no dan abasto a contestar demandas. Y muchas veces ni pueden gobernar por andar en reunión con sus abogados, preparando la contestación a sus demandas.

Afortunadamente no fue nada grave la caída de la virreina. Eso debió dejar tranquilos a Goyo, Edgar, William y demás, y a los organizadores del acto con un propósito: el de reunir plata.

No es la primera reina que se cae. Alguna vez, en el desfile de gala en el concurso de Miss Universo, una reina se enredó en la orla de su vestido y fue a besar tierra. Nada grave. En Cartagena también, a una reina emocionada, le fallaron las regias zancas, y se dio su porrazo.
 
En Las Mercedes, en un desfile de reinas a caballo, un corcel salió corriendo calle abajo y nadie pudo detenerlo, pues mientras más corríamos a alcanzarlo, más galopaba el animal hasta que la patarribió. Gracias a Dios sólo fueron dos costillas rotas y unas raspaduras, las de aquella reina veredal.

Sin embargo, el incidente del desfile de la semana pasada me deja varias inquietudes:

Será que las reinas se caen por estrés, por cansancio o porque su frágil cuerpecillo ya no da más?

Sabido es que a las reinas les prohíben comer mucho porque pierden la línea. ¿Será que están desnutridas las pobres?

En segundo lugar, me suena que Edgar está en la jugada, y por eso se les adelanta a todos en esto de levantar reinas y levantar votos. Bien por Edgar, el Adelantado.

De todas maneras se ve por las fotos que han seguido saliendo, que la fiesta estuvo a pedir de boca. Y que no importa que una reina se nos caiga, siempre y cuando haya manos solícitas que acudan a suavizar la caída.

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