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San Valentín, un tipo de malas
Sobre la vida de este Valentín, se cuentan muchas leyendas. 
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Martes, 20 de Febrero de 2018

No ha sido muy de buenas San Valentín en su vida de santo. Para empezar, muchos ponen en duda su existencia. La misma iglesia, a raíz de las reformas del Concilio Vaticano II, lo descabezó del santoral, por considerar que no eran muy fiables las versiones que se daban sobre su vida y milagros. Sin embargo,  había sido un Papa, de nombre Gelasio, el que lo había elevado  a los altares, considerando que mucha gente le tenía gran devoción y que no era conveniente que los fieles veneraran a un tipo cualquiera, con fama de hacer milagros.

Sobre la vida de este Valentín, se cuentan muchas leyendas. Algunos dicen que era un cura romano, de la época en que gobernaba el emperador Claudio II, asignado a la capellanía militar. Parece ser que Claudio había ordenado que los militares no podían casarse, porque los casados rendían menos en el ejército que los solteros. El padre Valentín consideró injusta esta orden y, en secreto, casaba a los soldados que deseaban hacerlo. Cuando fue descubierto, el emperador ordenó encarcelarlo y  ajusticiarlo, hecho que se cumplió un 14 de febrero. De malas, san Valentín, por ponerse a acolitar amores ajenos.

Otros dicen que, siendo sacerdote, destinaba parte de las limosnas a ayudar a matrimonios que estaban en la olla, o mejor, que no tenían nada para echar a la olla. De modo que enviaba poco al banco de la Santa Sede, y la curia romana lo puso entre ojos. ¡De malas!

De malas también san Valentín porque, estando preso, le inventaron que se había enamorado de la hija del carcelero, a la que, le había devuelto la vista. Lo bueno del cuento es que cuando pasaron al papayo a Valentín, Julia, la supuesta novia del cura, agradecida porque ahora veía, sembró un rosal al lado de su tumba, lo que sirvió para que, muchos siglos después, cuando los comerciantes anglosajones quisieron mejorar sus ventas, buscaron un santo que les ayudara y encontraron a san Valentín, que protegía a los enamorados y en cuya tumba los rosales seguían floreciendo. 

Nació así la costumbre de regalarse flores entre los enamorados, el 14 de febrero, y después le añadieron tarjetas con corazones flechados, y chocolatinas y otros regalos de amor, entre más caros, mejor. La costumbre pasó a Estados Unidos y a algunos países de Europa, donde el santo se volvió popular. De malas san Valentín, que fue escogido no para salvar almas sino para aumentar las ventas del comercio.

Entre nosotros, el santo ha sido poco conocido y sólo hasta ahora comienza a establecerse la costumbre de los regalitos ese día. Sucede que ya nosotros tenemos el día del amor y la amistad, en septiembre, y el bolsillo no aguanta tantas manifestaciones de amor: el regalo, la serenata, la comida, el trago, el motel… De malas san Valentín, cuya festividad no ha cuajado por estos lares.
   
Es tan desconocido este santo que muy pocos hombres llevan su nombre. Conozco dos o tres Valentines, y nada más. Son más las Valentinas. De malas el santo.
   
En cambio, parece ser que los nacidos y nacidas en ese día, son amorosos, tiernos y de gran corazón. Soy amigo de una de ellas, Cristina Ballén, cuyo corazón es tan grande que a veces se le intenta salir del cuerpo. Le heredó al santo de su día, su generosidad y su don de gentes. ¡Y no es leyenda! ¡De buenas San Valentín, con esta clase de personas que nacieron en su día!

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