Esta debería haber sido una columna relativamente fácil de escribir pero el caos de la información en el resultado de las elecciones la hace difícil y condicionada. Con base en lo que sí sabemos me atrevo a hacer estas conclusiones:
La gran perdedora es la Registraduría. Más allá de los rumores sobre su conducta, Vega, que fue magistrado del CNE, ya había embolatado la investigación contra Santos por la financiación de Odebrecht y fue acusado de extorsión: según Andrés Guerra, Vega le pidió 1.200 millones de pesos para salvarle la curul en el 2010. Vega maneja la Registraduría como un fortín político. A pesar de que el expresidente Pastrana le ha solicitado información sobre sus reuniones con Indra, proveedor del software de escrutinio de la entidad, se ha negado sistemáticamente a responder. Ahora hay acusaciones de fraude de sectores partidistas enfrentados y reina una profunda desconfianza. Es muy difícil de explicar que en el escrutinio a un solo partido le hayan aparecido 390.000 votos adicionales, un 17% más de los que sacara en el preconteo, y que en ese preconteo se haya equivocado el 25% de los jurados. Aunque fuese un error técnico, es inaceptable. Vega debería renunciar, habría que nombrar un Registrador ad hoc, y sería deseable hacer un nuevo conteo. Dicho esto, pierden también los tres presidentes de altas cortes que eligieron a Vega a pesar de todas las advertencias.
Perdió también Sergio Fajardo. Sacó doscientos mil votos menos que cuando fue gobernador en el 2011. Y ahora pareciera que la elección se polarizará entre Petro y Gutiérrez y no habrá espacio para una tercería.
Mal les fue también al Nuevo Liberalismo y a Salvación Nacional, resucitados por sentencia de la Constitucional. No superaron el umbral pero podrán mantener su personería jurídica hasta el 2022.
Lo de las Farc es patético: apenas 31 mil votos, un 40% menos incluso que los 53 mil de hace cuatro años.
Muy regulares el Centro Democrático y Cambio Radical. El CD, que fue la agrupación más votada en el 2018, pierde el 30% de sus senadores y el 50% de representantes. Paga la creciente mala imagen de Uribe y sus errores políticos, la baja popularidad de Duque y la incapacidad de la colectividad de tomar distancia de su gobierno, la enorme frustración de las bases y dirigencia local que lo vio gobernar con otros distintos a su propio partido, y la muy mala comunicación de sus aciertos. Paga también una alta inflación que nadie controla y un desempleo muy alto en relación con el crecimiento de la economía.
Una incógnita: lo que sucederá con Rodolfo Hernández. Hay quien dice que puede dar la sorpresa. Yo creo que quedará desaparecido en la polarización que se vendrá.
Ganadores menores Francia Márquez, Carlos Amaya y David Barguil, todos por encima de lo esperado. Y los partidos tradicionales, liberal y conservador, con buena representación en el Congreso.
Muy bien Fico Gutiérrez, que con puro voto de opinión tuvo más apoyo que sus cuatro competidores sumados en la consulta del Equipo por Colombia. Fico tiene la tarea de ganar los votos del centro. Ya cuenta con los demás.
Gran ganadora, la izquierda radical. Salta de 9 a 19 curules en el senado y Petro consigue en la consulta casi los mismos votos que en la primera vuelta del 2018. Sin embargo, estuvieron por debajo de sus propias expectativas. No obtuvieron las mayorías en el Congreso que predijeron y no hay manera alguna de que gane en primera vuelta.
En las alianzas para la segunda está el desafío. Y, más allá de lo electoral, el futuro de Colombia. La responsabilidad del partido Liberal es monumental.