Todas las semanas, el presidente Petro se convierte en protagonista de un escándalo. En esta ocasión, ha indignado a la mayoría del país al comparar la toma del Palacio de Justicia con el golpe de Estado de Chile en 1973.
Petro ha estado implementando durante años una estrategia para reescribir la historia del país a su antojo y borrar las atrocidades cometidas por el grupo terrorista M-19, lavando el cerebro de una generación que no vivió la violencia que nuestras generaciones anteriores experimentaron, pero que está comenzando a conocer.
En diversas entrevistas, hemos escuchado a Petro tratando de excusar y mejorar la imagen de ese grupo al que perteneció. Recordemos una con la periodista Vicky Dávila, donde el presidente se enfureció cuando se calificó al M-19 como un grupo delincuencial y a sus miembros como hampones, insistiendo en que se trataba de una organización de políticos jóvenes revolucionarios.
No podemos permitir que el presidente continúe idealizando las atrocidades cometidas por este grupo terrorista. Lo que es aún más preocupante es su llamado a la juventud a la revolución, una postura que ha sido evidente en varios de sus discursos. Desde el momento en que defendió a la primera línea, queda claramente marcada la dirección de su estrategia.
Desafortunadamente para Petro, la Comisión de la Verdad, una instancia elogiada por él y considerada de izquierda por muchos, ha sido enfática en reconocer las violaciones de derechos humanos cometidos por este grupo.
En el capítulo sobre violaciones al DDHH y al DIH, se evidencia que el secuestro durante los años 70 estuvo principalmente perpetrado por el M-19. Un excombatiente del M-19 afirmó: “Nosotros en Pereira actuábamos en alianza con la delincuencia común para que nos vendieran a los secuestrados”. Además, se le atribuye varias desapariciones de civiles bajo las disputas por el control territorial y la población.
Otra de las infracciones al DIH que se le atribuye es el reclutamiento de menores de edad.
“Sobre la toma del Palacio de Justicia, afirma que fue un grave delito secundado con fusiles, carabinas, ametralladoras, granadas, pistolas revólveres y explosivos. Una típica acción de guerra, no contra su adversario natural, las Fuerzas Armadas, sino para tomar como rehenes a los magistrados y volverlos escudos humanos, lo mismo que al personal que laboraba o fue de visita. Una toma a mano armada enmarcada en un objetivo político, pero que fue configurada sin una valoración integral sobre los derechos de muchas personas indefensas. Así como el operativo militar fue desproporcionado y violatorio del derecho internacional humanitario, la toma guerrillera que lo antecedió tampoco preservó las garantías de decenas de hombres y mujeres inermes e inocentes.”
El informe destaca que grupos armados como el M19 violaron derechos humanos bajo el pretexto de la rebelión en Colombia, encubriendo sus acciones como delitos políticos, lo que genera preocupación debido a la impunidad.
Presidente Petro: A pesar de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el M19, el país le abrió las puertas y usted ha participado en la democracia de nuestra nación. Sin embargo, hasta la fecha no ha demostrado la humildad de pedir perdón por las atrocidades cometidas por el grupo al que usted pertenecía. Por el contrario, cada vez que tiene la oportunidad, se enorgullece de lo que según usted fueron actos de jóvenes rebeldes en beneficio del país, cuando en realidad implicaron derramamiento de sangre y sufrimiento. Sin este reconocimiento y responsabilidad, es difícil imaginar que la sociedad pueda avanzar en la construcción de la paz.
Afortunadamente, todavía somos muchos los que no permitiremos que usted ni nadie reescriba la historia de nuestro país a su conveniencia.
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