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¡Qué familia!
La envidia de un hermano por la buena suerte del otro de ellos, que ha alcanzado nada menos que el premio mayor: la Presidencia de la República.
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Viernes, 17 de Agosto de 2018

Una de las primeras fábulas que aprendemos los católicos es la que habla de la creación de la raza humana, que estaba integrada solo por una pareja y por sus dos hijos, uno de los cuales, Caín, cometió el peor pecado que se pueda cometer: mató a su hermano con la quijada de un burro. El motivo fue la envidia, que desde los primeros tiempos ha acosado a la raza humana. Y sigue acosándonos, varios siglos después del primer día de la creación. 

¿A qué viene el cuento? Sencillo. La política colombiana ha registrado en los últimos tiempos una reedición de la historia bíblica: la envidia de un hermano por la buena suerte del otro de ellos, que ha alcanzado nada menos que el premio mayor: la Presidencia de la República. Hemos visto a un personaje  y su familia mostrando la pésima costumbre de atacar, por envidia, a su pariente y acusarlo de lo humano y lo divino. No ha faltado una acusación, cuya causa es sencilla: la envidia.

No soy quién para decir cuál es la causa remota de la división entre los parientes, pero me produce  inquietud que la política colombiana afronte la división de una familia, que debería mostrarle a los colombianos otra cara: la de la unidad que deben tener todas para afrontar los problemas y sobre todo, educar a los hijos en la debida solidaridad. Las familias, creo yo, deben mostrar una cara de unidad ante el devenir de la vida, para enseñarle a las nuevas generaciones lo importante de la unidad y no la cara del odio y de la envidia, que nada traen. Que producen división y llevan al país a la polarización que hemos visto en el último gobierno, que nos llevó al extremo de preferir, en una votación, la continuación de la guerra y el rechazo a la paz, en lugar de la unión de todos.

Repudio el odio entre hermanos, que me parece peligroso. Lo lógico es el cariño entre los colombianos, que nos ayudará a superar las dificultades que nos esperan. Por esa razón, critico a quienes pregonan el odio, sobre todo  si pertenecen, como los colombianos del cuento, a la misma cuna. 

Ahora, que se inició un gobierno que pregona como una de sus principales características que lo encabeza uno de los más jóvenes presidentes de la historia, mi deseo es que se abandonen los odios e iniciemos un nueva época en la que reinen la paz y la cordialidad entre todos los colombianos.

Desafortunadamente,  al iniciarse el nuevo gobierno el discurso del presidente del Congreso agravó la polarización y no fue buena muestra de nueva actitud: solo sirvió para ahondar la división.  GPT

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