El primer día de este nuevo año, cuando todavía el ambiente de la urbe tenía aroma de guayabo, y cuando todavía se escuchaban eructos del pavo relleno de la media noche, y mucha gente cabeceaba adormilada al frente de sus casas escuchando vallenatos, me llamó el director del periódico para fijarme una tarea.
-Quiero que entreviste hoy a unos cuantos personajes de importancia en nuestra vida parroquial, y otros no tan importantes, para que les pregunte por sus propósitos para este año, y después de un tiempo los vuelve a entrevistar para ver si se mantienen en lo dicho.
Como por la plata baila el perro, y además un rasgo fundamental de mi perfil es la obediencia ciega, o por lo menos cegatona, le dije que listo, que contara conmigo.
-De una -le dije.
Me puse ropa de trabajo, me tercié el bolso que siempre me acompaña (donde cargo el celular, la libreta de apuntes y la grabadora), y me puse la gorrita sevillana, que me aconsejó el médico para salir a la calle.
-¿Para dónde va? –me dijo mi mujer.
-A trabajar.
-¿A trabajar hoy, primero de enero?
-Me manda el patrón –le dije-. Me miró por encima de las gafas y no dijo más. Seguro pensó “done manda capitán…”
Me fui, pues, donde un político, quien me exigió no divulgar su nombre.
-No hay proble –le dije-. El caso es que queremos saber cuál es su principal propósito para este año.
-Repetir curul en el congreso de la república.
-¿O sea que es bueno el negocito?
-Ni tan bueno como la gente cree, ni tan malo como para no volver a repetir. Es un oficio como cualquier otro.
Me habló de su patriotismo, de sus sacrificios en pro de los más necesitados, de su empeño por sacar adelante la región. Esos son mis propósitos.
Busqué luego a un alto funcionario regional. “Mi propósito es terminar mi período y luego retirarme a vivir de mis ahorros.
-¿O sea que ha podido ir ahorrando, a pesar de que dicen que la situa está muy difícil?
-Con esfuerzo, con esfuerzo.
Un amigo, amigo mío y amigo de la bebeta, gme dijo, botella en mano, que su propósito era dejar de tomar trago a partir de mañana 2 de enero.
-¿Y por qué no lo deja desde ya?
-Porque las tareas no se deben dejar inconclusas. Creo que fue san Pablo que lo dijo en una de los corintios.
Una señora conocida, que vende chorizos, empanadas y morcillas, donde yo a veces desayuno, me dijo con suficiente franqueza: “Ay, mijo, yo ya no hago propósitos sino despropósitos. Todos los años juraba que comenzaría una dieta para rebajar de peso, pero soy muy débil y me pueden las ganas. Ya no hago propósitos, sino despropósitos. El que me quiera ver gorda, muy bien. Y el que no, de malas. Ahora mi propósito es encontrar vestidos dos tallas más grandes cada año”. Se sentó a mi lado y compartimos un plato de morcillas y otras minucias. En mi interior yo me dije que mi propósito sería seguir entrevistando a esta señora todos los años.