Parecía increíble, pero hace dos años en Colombia aún teníamos dos municipios sin una sola vivienda conectada a internet: Mapiripana y Paná-Paná en Guainía.
Hoy lo están todos, pero algunos de los 1.103 siguen como en “Comala”, aquel pueblo mejicano que describió Juan Rulfo en 1955, fantasmagórico y con valores desvanecidos o sin ellos, arruinado, que a su decir; estaba como sobre las brasas de la tierra, en la misma boca del infierno y que quienes allí morían, al llegar al infierno regresaban por su cobija.
Anoche tras la tristeza de nuestra eliminación, para ir al mundial de futbol, la pasión de todos, vino a mi memoria la novela de Rulfo, pues nos sucede la continuidad de las esperanzas muertas, de las ilusiones inalcanzadas como a todos los personajes del cuento, como a Juan Preciado que buscando a su padre Pedro Páramo y en su enamoramiento pendejo de Susana, cuando al regresar a Comala, logra el sueño de tenerla, pero está loca y fea, no como él la había conocido.
Una historia narrada sobre los tiempos posteriores a la revolución mejicana del periodo de 1910 a 1928, que buscando la igualdad, especialmente la campesina, la agravó agregándole exclusión y más pobreza. A mí me apasionó la novela mucho más tarde de su publicación, estando en la universidad de Caldas y con ocasión del primer festival Latinoamericano de Teatro Universitario.
Éramos anfitriones y debíamos atender a los grupos visitantes. A los estudiantes de Derecho y Filosofía y Letras nos correspondió atender el grupo de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo-Tuca de Brasil, que se presentó con la adaptación de la obra de Rulfo: “Comala” y Pedro Pedreiro por la Facultad de Comunicaciones Culturales del mismo país.
Al festival asistieron grupos de Teatro de Argentina, Méjico, Perú, Ecuador Venezuela y Paraguay.
Hoy, no creemos que se haya superado la problemática que toca Pedro Páramo en América Latina, pues sigue vigente, aunque lo disfracemos con tecnicismo: el caciquismo, la violencia social y el monopolio del poder por el autoritarismo.
Sí, no queda nada de la Comala que soñamos, de felicidad como lo añoraba la mamá de Juan Preciado.
Increíble que con las narraciones de los difuntos que le hablan a Juan, se reconstruya nuestro pasado, como en la hacienda “Media Luna”, soñando con el poder para cambiar a Comala.
Adenda: Gane o pierda, siempre aprendo algo. Bianca Andrescu.