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Para perdonar lo imperdonable
El perdón es un comportamiento humano que evita que la vida se atasque en alguna circunstancia de la vida.
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Martes, 31 de Mayo de 2022

La propuesta de Petro de una Paz Total a partir del “perdón social” a quienes hayan cometido actos en principio imperdonables, merece una reflexión pues no es un asunto menor ni marginal para el país en que vivimos. El perdón es un comportamiento humano que evita que la vida se atasque en algún recodo o circunstancia de la vida, como agua estancada que termina por descomponerse y contagiar lo que la rodea. El perdón, que está en los cimientos de nuestra cultura y sociedad occidental y cristiana, no es una decisión simple, sin consecuencias; implica un cambio de comportamiento por parte del perdonado, “el propósito firme de la enmienda para el perdón de los pecados” de la confesión cristiana, resaltado por la cultura popular, “el que reza y peca empata”.

Una cuestión es perdonar aquello que no nos conmueve, que no nos hiere, y otra bien distinta es “perdonar lo imperdonable” en el sentido que le da Jacques Derrida, mencionado por Petro, cuando literalmente se nos revuelven las tripas y debemos respirar hondo para concederlo; cuando no es simplemente dar el abrazo de la reconciliación. Y máxime si no es un perdón que se daría a título individual sino colectivo, de la sociedad o de grupos humanos víctimas de los hechos que serían perdonados.

Poco se avanza movidos con el ánimo del ángel vengador que solo busca castigar, con “el fuego del infierno” al pecador, al responsable de un mal imperdonable, sobre todo cuando la causa, la responsabilidad del mal no es solo imputable a la persona que se va a perdonar - el perdón es individual, personal - sino que es un mal general, ni esporádico ni aislado, resultado de una organización criminal que se mantiene y progresa gracias al apoyo o al menos tolerancia de sectores sociales, económicos y políticos; con capacidad para permanecer independientemente de sus miembros o agentes individualmente considerados, pues la organización simplemente los reemplaza cuando alguno es muerto, capturado o se entrega a la autoridad con la esperanza de ser perdonado.

El perdón en términos de resultados para la sociedad se enfrenta a esas mismas limitaciones, pues por uno que se acoja hay cientos listos para reemplazarlo.

Mientras que las condiciones de delincuencia y corrupción se mantengan con millones de dólares circulando por la economía para financiar delitos, negocios sucios y corrupción, y con sus organizaciones, actores, mercados y circuitos financieros globalizados, sucederá que las necesarias acciones de perdón social, serán gotas de agua en el océano, resultados puntuales que con el actual andamiaje social debilitan aún más la credibilidad del Estado y deslegitiman el camino hacia una verdadera paz social, entendida como punto de llegada y no de partida de un proceso fundamental al cual le debe apuntar el país con seriedad, claridad y un decidido y franco compromiso público y ciudadano, alejado de oscuras negociaciones con promesas impublicables. Así solo logran quemar un arma, un procedimiento que reclama Colombia, no la próxima elección.

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