Una tarde de éstas, calurosamente cucuteñas, le escribí a una amiga para pedirle cualquier favor. Me contestó de mala gana y me dijo que no le dañara el sueño. Le presenté excusas, entonces ella, muy gentilmente, me dijo:
-No hay problema. Yo le contesto con un ojo y duermo con el otro.
-¿Cómo así? –le pregunté.
-Mire lo que yo puedo hacer –me dijo, y me mandó una foto con un ojo abierto y otro cerrado. -Duermo con uno, y con el otro miro lo que voy escribiendo.
Me dio risa, y le di la razón a mi amiga. Es suficiente un solo ojo para ver lo que está ocurriendo alrededor nuestro. Venezolanos buenos y malos invadiendo nuestras calles y parques. Cucuteños buenos y malos. Políticos buenos y malos. La corrupción siempre mala. Cerremos un ojo para ver con el otro sólo a los buenos.
Mi amiga es muy bonita. De ojos preciosos, sonrisa encantadora, cuerpo de diosa y escribe versos. Para verla a ella se necesitan los dos ojos y bien abiertos. En cambio ella ve lo que hay que ver con uno solo y lo deja abierto; cierra el otro y a dormir se dijo. A mí, por ejemplo, me mira con un solo ojo, pues es poco lo que tengo para mostrar. Con el otro duerme y sueña y se mete en el mundo de lo desconocido.
Me acuerdo de un tío cuando llegó del cuartel. Echaba cuentos (unos ciertos y otros inventados) de cuando estaba en campaña, en busca de guerrilleros en el monte. La patrulla descansaba y dormitaba debajo de algún árbol, y el que quedaba de centinela les cuidaba el sueño. “Si le da sueño –dizque le decía el comandante al centinela- duerma con un solo ojo, con el otro vigila”. Entonces todos los soldados aprendieron a dormir con un solo ojo, para tener el otro listo al combate.
No sé quién le enseñó a mi amiga a dormir con un solo ojo, tal vez algún recluta, pero me imagino que de esa manera queda uno a medio dormir, por la sencilla razón de que el sueño fue hecho para los dos ojos, no para uno solo. Ella me confesó que en clase, pues es estudiante, se queda dormida a veces, porque le falta medio sueño. Pero repite el ejercicio: duerme con un solo ojo y con el otro le presta atención al profesor, de manera que medio aprende lo que explica el profe.
Que en tierra de ciegos, el tuerto es rey, dice otro refrán. Pero ese rey tuerto debe dormir muy mal, haciéndolo solo con su ojo bueno. Tiene la ventaja, sin embargo, de que sus súbditos son todos ciegos, de manera que no se dan cuenta lo que hace el soberano y no ven las poposeadas que hace. Nosotros, en cambio, de dos ojos, sí vemos lo que hacen y lo que no hacen nuestros gobernantes y nuestros políticos.
Del avestruz dicen que entierra la cabeza para no ver a quien lo persigue. Cree que no viendo al enemigo, no le pasa nada. Hay gente que piensa así. Se hacen los de la vista gorda para no ver todo lo cochino que está nuestro entorno. Y creen que no viendo, no sucede nada.
Trataré, en adelante, de seguir el ejemplo de mi bonita amiga. Ver con un solo ojo la triste realidad, y con el otro, soñar, metiéndole al sueño poemas, canciones y cosas buenas.Y soñaré con el ojo derecho, pues ese lado me gusta más.